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3.-
Maria
Cristina Pinto
-
cristimuller@yahoo.com.ar
Fernández 438
Me llamo María Cristina
Pinto, tengo 64 años y viví
en Fernández 438 con mis
hermanos Tito (Miguel Angel)
y Ruben, frente a la casa de
Nora
Tambutti,
aunque no fuimos amigas por
la diferencia de edad en ese
momento. Mi amiga de la
infancia fue Cuca Fonticelli
de Fernández 466, con su
hermano Ricardo y sus primos
el Negro y Carlitos.
Recuerdo a todos los vecinos
de enfrente que ella
menciona, y a los de mi
vereda: la familia Balseiro,
la de
Carlos Davis
(cuyo padre o abuelo, según
recuerda mi mamá que
actualmente tiene 86 años,
trabajaba en el correo), los
Fonticelli, un matrimonio
con un hijo mayor que yo que
se llamaba Osvaldo, la
señora Palmira con dos
hijas, la familia Botte con
Susana y Horacio (mis
vecinos de un lado y del
otro), la familia Vega
(Raquel Cordero de Vega con
sus hijos Marta y Cuqui),
con la que hasta el día de
hoy mi mamá conserva la
amistad, la familia Viviani
(en la esquina de Fernández
y Alberdi), una de cuyas
hijas me preparaba para
rendir materias que me
llevaba a marzo...
Yo me fui del barrio en
1968, cuando con 22 años me
casé con el menor de los
hijos Muller, Pedro, de
Fernández y Bonifacio, pero
recuerdo muchas cosas de
cuando era chica. Para
empezar la casa la compró mi
abuela por el año 1926,
cuando todas las calles eran
de tierra, y pagaba una
cuota de 69.90 $ durante los
últimos años.
Por Fernández pasaba el
vendedor de barra de hielo,
el lechero con sus tachos,
el panadero, todos con
carros a caballo. En
carnaval jugábamos al agua a
la tarde y a la noche íbamos
al corso de la calle
Alberdi, el cual se extendía
desde Olivera hasta
Escalada.
Las catequistas de la
iglesia San Francisco Solano
venían a enseñarnos religión
en una habitación que le
prestaban los vecinos, en
una casa los varones y en
otra casa las mujeres, y
todos juntos tomaban la
comunión el 8 de diciembre
(yo en 1953).
Jugábamos todos en las
veredas mientras nuestros
padres sacaban las sillas y
charlaban mientras veían
pasar a la gente. Al
oscurecer pasaba un señor
muy apurado con una llave,
abría una tapa de luz a
mitad de la cuadra, y
encendía el alumbrado
público.
Los varones dibujaban una
pista de auto en la calle
para jugar con los autito
rellenos de masilla y un fin
de año cerraron la calle
para festejar con un baile
año nuevo.
Cuando empecé el primer año
en el comercial 19 viajaba
desde casa hasta Pedro
Goyena y Senillosa en el
tranvía 48, creo que fue el
ultimo año que funcionaron.
Alrededor de 1963 una pelea
entre militares que se
dividieron en azules y
colorados nos hicieron
evacuar todo el barrio ya
que se instalaron en el
parque Avellaneda y pasaron
sobre nuestros techos
aviones que, según decían,
los iban a bombardear. Esa
noche no quedo nadie en el
barrio Alvear