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3.-
Nora A. Altamiranda Tambutti
(altamiranda06@hotmail.com)
Fernández 441
Viví junto a mi familia en
las casas bajas de Fernández
al 400. Mi madre recordaba
que se habían instalado
allí, en el año 1924 y que
luego se habían construido
las casas de dos pisos, ya
que la única que estaba
terminada en ese año, era la
casa del 429, que mi abuelo
no aceptó, pues pensó que
las escaleras serían un
peligro para sus seis hijos.
Mis tíos jugaban al fútbol
en el club Alvear. Uno de
ellos, cuando fue mayor, fue
"referí". Su amor estaba en
"el Fortín".
De los vecinos de la cuadra
recuerdo a Santín y Bartolo,
y a sus hijos con los que
jugué y participé en las
"batallas de agua" de
carnaval, para las cuales se
abrían las puertas de todos
los jardines y todos
buscábamos las canillas...
Recuerdo también a
Carlos Davis
y a sus padres...
Mi casa luego fue comprada
por un señor llamado
Vitaliti, quien le hizo
varias modificaciones. La
vivienda de al lado fue
adquirida por el arquitecto
Lamagna, quien también hizo
modificaciones. Esa era la
que mi abuelo no aceptó.
Allí vivieron los Kier,
familia con tres hijas, la
mayor se llamaba Elsa, quien
se casó con Mario Cabrera.
Mario vivía por Olivera, era
relojero y su hobby eran los
pájaros. En el fondo de la
casa dispusieron de un
enorme jaulón (parecía una
habitación) con más de 100
pájaros. De este matrimonio
nacieron dos niños, Jorge,
un año mayor que yo y Omar
un año menor, yo tengo 59
años. Cuando la casa se
vendió, vinieron a vivir
Doña "Tina" y sus hijos
Ángel, Nelly y Jorge D'Urso
(hoy médico) quien le enseñó
a mi hermano (que tiene en
la actualidad 46 años), a
jugar a la pelota.
En el frente de dicha casa
había una gran araucaria que
medía como 10 metros de
altura, la cual la Sra. hizo
sacar. Fue toda una
ceremonia realizada por un
sólo hombre, llamado Gatto,
que trepó cual uno, y
mediante certeros hachazos
la derribó. Luego cuando
Ángel y Nelly se casaron,
Tina le vendió la casa al
arquitecto Lamagna.
La casa del otro lado, era
la casa de don Juan
Rodríguez Morgado,
portugués, ex-chofer
policial de Irigoyen, ahora
le dirían guardaespaldas.
Murió cuando tenía más de 95
años, mi madre contaba y él
también, que a la casa había
venido a vivir con su
primera esposa Doña Genara y
dos hijos Esther y Héctor,
de edad parecida a la de mi
madre. Doña Genara murió en
un accidente, cuando
caminaba por Alberdi y
chocaron dos vehículos, uno
colectivo, del que se
desprendió una taza, que
salió disparada y dio contra
la Señora, matándola
instantáneamente. Pasó
bastante tiempo y Don Juan
se volvió a casar, con
Clelia, a la que llamaban
"Nena", cuando nosotros nos
fuimos del barrio, ella
todavía vivía.
La casa de al lado de don
Juan R. Morgado, era la de
don Camilo Fernández, que
trabajaba en el puerto
(según mi padre) que tenía
varios hijos e hijas, una o
dos murieron de tuberculosis
cuando mi madre era joven.
Como el Sr. Fernández tenía
el nacimiento del pelo (a lo
gallego) sobre la frente,
los jóvenes del barrio, lo
llamaban "el peludo" y sus
hijos "los peludos y
peludas", a la esposa la
recuerdo, pero no su nombre.
Cuando sus hijas se casaron,
algunas se quedaron a vivir
allí. Una de ellas, Dolores
(Lola) se casó con Italo
Cataldo, muy buen tipo, que
vendía lavandina y
detergente. Tuvieron dos
hijas: Alicia, de mi edad y
Estela. Jovita (Jova, que
vendía verdura en la feria),
hermana de Lola, cuando se
separó, también fue a vivir
a la casa con sus dos hijas:
Mónica, con la edad de
Alicia y Liliana, que fue mi
alumna. Cuando Olga (hermana
de Lola y Jova) se casó con
Honorio López (pedícuro)
también fue a vivir a la
casa y allí nacieron sus
hijos Viviana, Gabriel y
Fabián, que jugaba con mi
hermano. Luego se casaron
Alicia y Mónica, por lo
tanto, siempre había niños
saliendo y entrando en la
casa. Además, estaban las
hermanas y hermanos de Lola,
que no vivían en la casa,
pero iban de visita...
Luego estaba la casa de la "Dra",
en esa casa antes vivió otra
familia, pero no recuerdo el
nombre, y luego fue a vivir
el Sr. Buján, que trabajaba
en la confitería del Molino,
y su esposa Antíope, ella
era la tía de la Dra.
Yolanda Pizzutti, que cuando
su madre quedó viuda, y como
Antíope no tenía hijos,
fueron a vivir a la casa.
Con el tiempo, el matrimonio
se separó y la Dra. le
compró la parte de la casa a
su tío político y allí
vivieron las 3 mujeres, eso
sí acompañadas de varios
perros y gatos que la Dra.
recogía de la calle, ella
fue la médica de mi abuela y
mi familia.
En la siguiente casa vivía
la señora Saravia, no sé si
era viuda o separada, tenía
dos hijos un muchacho y una
muchacha, mayores que yo. El
muchacho se casó y compró la
casa de la esquina del
pasaje María Sánchez (Vucetich)
y Alberdi, y la reformó,
sigue estando igual, es la
casa blanca y gris...