No cabe duda
que la introducción de los organitos en Buenos Aires fue obra
de los inmigrantes italianos; aunque el órgano y sus variantes
grandes o chicas, a viento, ya era usado por los griegos y
romanos y se difundió por todo Occidente durante la Edad
Media. Una variante, considerada despectivamente por algunos
como "música menor" eran los organitos que, raros en la época
de Rosas, se difundieron recién en la década de 1860 traídos
primero por los piamonteses y saboyardos. (más
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Fue la
primera autopista del país, diseñada y construida por
proyectistas y empresas nacionales entre 1937 y 1941. Su
inauguración simbólica tuvo lugar un 5 de julio hace sesenta
años. Resultará interesante recordar los pasos que dieron
origen a la avenida de circunvalación de la ciudad porteña,
cuyos antecedentes se encuadran en buena parte dentro de
nuestra historia nacional.
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Buenos
Aires, mediados del siglo XVIII. Desde la Fortaleza gobierna
José de Andonaegui. La gente principal vive en los alrededores
de la Plaza Mayor o en los de la Plaza Chica, en Santo
Domingo. Los barrios recios del Norte, del otro lado del
arroyo Matorras (1), se prolongan en arrabales de mala muerte.
El Asiento del Retiro y los terrenos de los ingleses
represaliados a la Compañía del Mar del Sur son tierra de
nadie.
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La presencia de
comerciantes y viajeros ingleses trajo como consecuencia un
requerimiento de mejoras de los servicios de hotelería que
ofrecía Buenos Aires. Y Faunch intentó responder con
profesionalidad a estas necesidades.
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El Hotel de
Inmigrantes fue un sitio que gozó, en general, de buena
prensa; ya sea desde que se proyectó su construcción en 1890,
mientras se llevaban a cabo las obras, o cuando fue
parcialmente inaugurado en 1911. Durante los años en que
funcionó para la inmigración, el hotel fue un sitio
especialmente grato para los periodistas. Allí encontraban
material para asombrar a la burguesía porteña con la noticia
de que ahí nomás, a pocas cuadras, la Argentina era el país de
la abundancia. Es que el Hotel de Inmigrantes fue, tal vez, la
última trinchera del paradigma nacional de progreso.
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La ciudad
puerto se convierte en un importante centro de atracción para
el inmigrante recién llegado que, sin poder convertirse en
propietario de la tierra, se radica como arrendatario o peón
en el medio rural, o bien se instala en la capital para
participar activamente de la vida y de la actividad económica
de la ciudad. Después de 1890 el crecimiento de la población
agrava el problema de la vivienda para los sectores populares. (más
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El aporte
inmigratorio de fines del siglo XIX y comienzos del XX
transformó la fisonomía de la Capital convirtiéndola en la
ciudad más populosa de Latinoamérica. Nuevos sonidos, aromas y
costumbres buscaban adaptarse al pujante país que los recibía
con los brazos abiertos. Llegaban familias enteras que no
podían costearse una pensión. ¡Ni que hablar de un hotel y
vaya a saber por cuánto tiempo!.
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Un documento
firmado con las iniciales JAP, refleja en 1774 una ciudad con
diversos problemas que trató de resolver un "Bando" del Virrey
Vértiz. Han pasado más de 200 años y algunos de ellos siguen
preocupando aún a los porteños. Transcripción y comentarios
sobre un artículo del Archivo General de la Nación, por Jorge
Ochoa de Eguileor.
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Sociólogos e
historiadores han señalado más de una vez la correspondencia
entre el traje y la posición que cada uno ocupa en la
jerarquía social. En grupos muy jerarquizados los distintivos
pueden llegar a ser obligatorios y a tener una invariabilidad
que sólo se altera con el paso de una a otra categoría. En
agrupaciones de menor rigidez es permitido que sus integrantes
se vistan como lo que son o que aparenten lo que quisieran
ser, que realcen lo que estiman digno de ser destacado o que
disimulen lo que les importa ocultar. Hay épocas en las que se
busca acentuar la diferenciación y otras animadas de espíritu
igualitario, en las que se tiende a la uniformidad, a esfumar
los caracteres distintivos y a que viejos y jóvenes, ricos y
pobres, hombres y mujeres vistan de modo parecido.
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Nada más
habitual, nada más sencillo, nada más "visto y pisado" que las
baldosas, esa especie de "alfombra" que con diversos matices
cubre los solados de viviendas y veredas. Y esa sencilla
"alfombra" tienen una historia, una historia que no es sino el
reflejo de la historia del hombre y de su cultura, con los
aportes que el paso del tiempo y las sucesivas agregaciones le
fueron entregando.
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¿Nos hemos
puesto a pensar alguna vez cómo se divertirían nuestros
antepasados porteños en la época colonial?. Conocidas son,
entre otras y según las clases sociales, las tertulias, los
toros, las funciones en el teatro o las propias de las
festividades civiles y religiosas. En estas páginas vamos a
revelar una faceta desconocida del entretenimiento porteño en
esa época: los espectáculos de ilusionismo, con los juegos de
magia de la mano de los primeros artistas circenses llegados a
estas tierras o con las sombras chinescas introducidas por el
primer titiritero conocido.
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Si hoy hiciéramos
un estudio completo de los títulos de los terrenos de nuestra
ciudad de Buenos Aires, encontraríamos que en el siglo XVIII
miles y miles de solares llevan un nombre en común: Basurco y
Herrera. El apellido ha quedado grabado en los títulos de la
Catedral y en los expedientes de la iglesia del Pilar o del
parque Lezama, y en la mayoría de las escrituras originales de
tierras de los barrios de Recoleta, San Telmo, Barracas o La
Boca.
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De entre las
varias peculiaridades que distinguieron al Ferrocarril Central
de Buenos Aires, una de las más notorias fue el
espectáculo de sus trenes de carga corriendo por las calles de
la ciudad, usualmente dos o tres vagones, arrastrados por una
locomotora eléctrica. En realidad dicho tránsito había
comenzado con anterioridad a la introducción de ese medio de
tracción, ya que desde un primer momento los Lacroze
aprovecharon la afinidad de trocha para distribuir en sus
establos, desperdigados por la ciudad, el forraje que traían
de su establecimiento rural para alimento de las caballadas
que arrastraban los tranvías de la empresa.
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Una
locomotora dieseleléctrica construida íntegramente en los
Talleres Ferroviarios de Liniers por técnicos y obreros
argentinos estuvo emplazada frente a las estaciones de los
ferrocarriles nacionales General Belgrano y General San Martín
en Retiro, en octubre de 1951. Se trataba de la
"Justicialista", que circuló por nuestras vías, y quedó
íntimamente ligada a la historia del período en que los
ferrocarriles comenzaban a ser argentinos. (más
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Para quienes
a diario transitamos por el barrio de Flores, no deja de
resultar enigmática una construcción nacida en los inicios del
siglo XX. En ese lugar, junto a edificios de estructura muy
actual y casas particulares que revelan el pasado señorío del
barrio, se alza esta particular edificación, ubicada sobre la
calle Yerbal, entre Gavilán y Caracas, con sus fondos
recostados contra las vías del ferrocarril y cuyo estilo nos
remonta casi sin querer a otros tiempos, probablemente en otro
lugar.
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Quizás el
nombre de Palermo de San Benito, con el que Juan Manuel de
Rosas bautizó a su quinta de Palermo, haya sido uno de los que
más significados dispares recibiera por parte de historiadores
y costumbristas. Pareciera como si se hubieran visto obligados
a descubrir su origen porque sí, sin buscar los antecedentes
necesarios; pero en cambio apelaron a los artilugios de la
imaginación y aciertas tradiciones orales dudosas dando por
resultado una serie de inexactitudes que se fueron
transmitiendo de boca en boca, de página en página y de libro
en libro distorsionando para siempre una verdad que, como
tantas otras de nuestra historia, se tergiversan por obra y
audacia de los copistas.
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También en
el génesis de la ciudad indiana, en el principio fue el Verbo.
Nacía como tal ciudad cuando se cumplía con fuerza creadora la
palabra imperial. El fundador repasaba los ritos: espada en
mano, tomaba posesión en nombre del monarca, desafiaba a
quienes pudieran disputar sus derechos, y levantaba el rollo
de la justicia. La nueva fundación recibía nombre, escudo de
armas y se erigía su cabildo, que con el título de muy
ilustre, comenzaba de inmediato a cumplir funciones de
justicia y regimiento dentro de límites geográficos
sorprendentemente amplios para los europeos. (más
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