HISTORIAS DEL
BARRIO
Pasión por el
agua
22/03/2006
- Su
nombre es
María Inés Mato,
tiene 39 años y
declara haber vivido desde siempre en Floresta.
A los 4 años perdió parte
de su pierna derecha y dos años después comenzó a nadar. Así y
todo, su historia fue "casi normal" hasta el año 1992, pero al
retomar el contacto con el agua, al participar en competencias
de 4000 m ó 5000 metros, y principalmente al conocer el agua
del Paraná y nadar en ella, su vida cambió para siempre. Su
pasión por el agua creció hasta el punto de impulsarla a
alcanzar los logros más increíbles: cruzar los canales de la
Mancha y el Beagle, y nadar 20 minutos en las heladas aguas de
la Antártida. Su meta está puesta ahora en las Islas Malvinas.
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Hija de padre
español y madre argentina, nació en la Capital Federal
el 3 de marzo de 1965 y buena parte de su vida se la pasó
yendo y viniendo entre su Floresta y Mar del Plata. La primera
vez que le plantearon cruzar el canal de la mancha lo
desestimó pensando que no era esa epopeya afín a su
naturaleza.
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Ahora, a la distancia,
nos damos cuenta de lo errado que estaba su pensamiento, ya
que junto con el rechazo primitivo de la idea comenzó a
dibujarse en su mente el trazo firme de las futuras gestas.
Se puso bajo las órdenes
de Claudio Prit (un cuádruple campeón mundial) y comenzó a
trabajar duro con la meta puesta en agosto de 1997, año que
habían definido con su entrenador como "el año del cruce".
Tenían dos años y medio por delante. La pileta del CENARD se
convertiría de allí en más en su segundo hogar.
El 25 de agosto de 1997,
con 32 años cumplidos, su sueño se hizo realidad: nadó 48
kilómetros desde Dover, Inglaterra, hasta Wissant, Francia, en
12 horas y 48 minutos. Paradójicamente había decidido
retirarse una vez que alcanzara el tan ansiado logro; pero la
vida tenía otros planes para ella.
En la
Fundación Salud comenzó a realizar experiencias meditativas
que la ayudarían a encarar los desafíos futuros. Su epopeya en
la aguas heladas estaba a punto de perfilarse.
En julio de 1999, cruzó
el Estrecho de Fehmarnbelt del Mar Báltico, y entró en los
récords del Guinness por hacerlo en poco más de 11 horas. En
agosto del año siguiente, nadó durante casi 9 horas alrededor
de la Isla de Manhattan, cuando todavía estaban las Torres
Gemelas.
Entrenó en el lago
Argentino, en Calafate, y en el Beagle después. Su confianza
para luchar y vencer a las aguas frías del sur reposaba en las
historias que había escuchado sobre las mujeres de las tribus
Yamanas, las cuales vivían en el Canal de Beagle y solían
nadar sin otro abrigo que su propia piel.
El 3 de marzo del 2001 se
transformó en la primera mujer que cruzó el Canal de Beagle a
nado sin protección térmica. Nadó los 3.000 metros con un
viento en contra de 40 kilómetros por hora y con una
temperatura del agua de 7,5º. Se vistió con traje de baño,
gorro de goma, anteojos de natación y se untó la piel con
grasa orgánica. Una trayectoria que debía ser realizada en
media hora se transformo en una dura prueba de 1 hora y 20
minutos debido al viento y a las corrientes.
En el 2003 nadó en la
pared sur del Perito Moreno y en el Ventisquero Negro en
Bariloche (con aguas a 0,8 grados), siendo ésta parte de su
preparación para encarar la hazaña de la Antártida del último
6 de febrero.
Ahora, un nuevo sueño la
desvela: unir a nado la isla Gran Malvina con su hermana
Soledad. Serán 6 km en los que se pondrá a prueba el cuerpo,
la mente y el corazón de esta gran nadadora, orgullo de
Floresta, ejemplo de tesón, garra, perseverancia y humildad.
Carlos Davis
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