“NOS PEGABAN POR
TODOS LADOS"
La odisea de dos
jóvenes
confundidos con ladrones
19/08/2005 - “Era un señor
de civil: los policías le decían ‘jefe’”, cuenta A. P., de 19
años. A él, el “jefe” le dio patadas en la cara hasta
lesionarle un ojo; a un amigo que lo acompañaba, de 17, el
“jefe”, le abrió la cabeza a culatazos y le rompió los
dientes. Todo fue porque, erróneamente, el “jefe” supuso que
los jóvenes le habían robado la cartera a su esposa. Después,
estuvieron incomunicados y sin atención médica en la comisaría
40ª, hasta que los liberaron porque –afortunadamente– no
tenían antecedentes. El Consejo de Niños, Niñas y Adolescentes
se presentó como querellante contra esa seccional por este
caso.
“A las seis de
la mañana del domingo pasado, yo estaba con siete amigos más
en la plaza Olivera, por Parque Avellaneda, jugando al truco y
tomando gaseosas; no teníamos ni cerveza ni cigarrillos ni
nada –contó el joven–. De repente llegaron corriendo una
persona de civil y tres policías. ‘¡Todos al piso!’ Nos
amenazaron con matarnos.”
“El de civil,
que tenía un arma, empezó a pegar, mientras los policías nos
apuntaban. Al amigo que estaba al lado mío, de 17 años, le
pegó con la culata en la cabeza; escuchamos los golpes
terribles, le abrió la cabeza; después con un culatazo en la
boca le partió los dientes”, continuó.
“A mí me empezó
a pegar patadas en la cara. Me pegó dos patadas en el ojo. Era
un zapato enorme, me quedó hinchado, no podía ver, tenía una
hematoma terrible. Cuando salí tuve que ir al oftalmólogo. Me
siguió pegando en la espalda, en el cuello. Se la agarró con
nosotros dos”, agregó.
“Entonces vino
la que supuestamente era la esposa de ese de civil. A ella
habían intentado robarle. Dijo que se había asustado, que no
había visto bien a las personas pero nos señaló a nosotros
dos. A mí me hicieron levantar, dijeron: ‘Este es’. La señora
se quedó callada y después dijo que no. Yo decía: ‘No hice
nada, no hice nada’. El señor de civil me siguió pegando, me
insultaba aunque la señora le decía ‘Dejalo’.”
“Ya hacía como
veinte minutos que nos estaban pegando. La señora decía que mi
amigo sí la había asaltado y lo hicieron levantar. Le pegaban
por todos lados con la culata. Eso siguió hasta que vino un
patrullero. Ahí dejaron de pegarnos y nos llevaron, a él y a
mí, a la comisaría 40.”
“Nos dejaron
incomunicados. Decían que iban a averiguar si teníamos
antecedentes, cosa que no teníamos. Ahí nos empezaron a tratar
bien y después muy bien. Los policías nos pedían disculpas, ya
sabían que no éramos. Pero decían que no podían hacer nada
porque ya estábamos ahí. Estábamos muy golpeados. No nos
dejaron llamar a las familias. Mis padres se enteraron por mis
amigos, que estuvieron una hora más tirados boca abajo; cada
cinco minutos los iban largando diciendo que si se daban
vuelta les pegaban un tiro. Las órdenes las daba ese señor.”
“Mis padres
estuvieron desde las ocho hasta las 12 de la noche esperando
en la comisaría. El tipo de civil entraba y salía como quería.
A mi amigo, como es menor, lo dejaron salir a las cuatro de la
tarde del domingo. Yo estuve hasta la medianoche. Cuando salí
tuve que ir de urgencia al oftalmólogo”, contó A. P.
Otro caso fue el
de un chico de 16 años que fue detenido a la 1.20 de la
madrugada del domingo en Parque Chacabuco. Según narró su
padre, “mi hijo estaba al lado de un quiosco en la esquina del
parque con dos amigos cuando llegó un patrullero. Los
amenazaron con las armas; los acusaban de haberle robado a una
pareja. Los llevaron a la seccional y de allí a un
correccional de menores. Los largaron recién el lunes”.
Pedro
Lipcovich