TEATRO CALLEJERO
La Runfla
estrenó "Sueños de gigantes"
12/12/2005
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Así como los
grandes proyectos nunca se pierden totalmente, la lucha de
quienes han resistido la invasión y el engaño permanece a
través del tiempo. Sobre esa primitiva reacción del que se
niega a ser sometido por una cultura que domina y hace
estragos trata Sueños de gigantes o “ceremonia histórica”,
como califican a esta obra sus creadores, el grupo de teatro
callejero La Runfla y los colaboradores de este montaje, los
elencos de Wayna Marka (pueblo joven) y Mallku Katary (cóndor
y serpiente).
Por Hilda
Cabrera
Conducida por
Héctor Alvarellos, La Runfla es una de las troupes de mayor
permanencia dentro de un género que requiere una especial
tenacidad para sortear avatares climáticos, artísticos y
sociales. La seducción del público es fundamental en esta
tarea de ganar espacios de libertad para ser compartidos. La
propuesta es clara: tanto los descendientes de comunidades
aborígenes americanas como los nativos de ascendencia europea
desarrollaron culturas que necesitan de la unión para no ser
avasalladas. Presentada como un “homenaje a la convivencia”,
Sueños... se estrenó el sábado a las 21.30, en Parque
Avellaneda (Directorio y Lacarra), con acceso gratuito. Los
realizadores entienden que las ideologías hoy dominantes
inciden de forma indirecta. De ahí la necesidad de la
advertencia. La puesta –con vestuario de Stella Rocha y
dirección general de Alvarellos– rescata un tema desplegado ya
en espectáculos anteriores: Por Poder Pesa Poder, adaptación
de Macbett (o el mal político), del rumano Eugène Ionesco (una
vuelta de tuerca sobre la sombría y sarcástica Macbeth, de
William Shakespeare); El Gran Funeral y ¡Ay, bufón! Nadie esté
exento de la fiebre (basada en Rey Lear), un trabajo sobre el
deseo de quererlo todo a cualquier precio.
Apuntar a las
fuerzas destructoras no implica abandonar la alegría y el
regocijo natural de los espectáculos callejeros: aun allí
donde prosperan la falsedad y la pena aparecen personajes
sencillos y sabios. “El lodo es el piso de los poderosos”,
resumió Alvarellos a propósito de ¡Ay, bufón!..., en diálogo
con Página/12. En estas obras la ambientación exige colorido y
brillo y opacidades para los tramos más oscuros. Participan de
Sueños... los intérpretes Clarisa Redín, Victoria Egea, Daniel
Conte, Majo Bordón, Alejandro Aramburu, María Laura Barreiro y
Javier Giménez (de La Runfla), y Jaime Blanco Ramos, Gonzalo
Cepari, Gabriel Flores, Edgar Escobar, Naira Katary, Leo
Miguel Choque, Wayra Aru Blanco, Gemy Quispe, Leonardo Mamani
y Verónica Mamni Juchani (de Wayna Marka y Mallku Katary).
Entre las
conquistas de La Runfla figura la organización periódica de
encuentros de teatro callejero con participación de elencos
nacionales y extranjeros y la edición del CD Arte Sin Techo,
un repaso de esta disciplina en época de la dictadura militar,
“cuando casi no había artistas en la calle”, y de las décadas
del ’80 y el ’90. La apertura del grupo se manifiesta también
en la coordinación de talleres para chicos de barrios
carenciados, como una forma más de contención y una
oportunidad para adquirir un oficio.
Reflexiones de
Héctor Alvarellos sobre el teatro callejero
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La Runfla
es una expresión que designa a “gente de una misma
especie unida por un objetivo común”
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Una cosa
es el teatro comunitario, el de los vecinos; otra la
murga, que es arte del pueblo más que arte popular, y
otra el profesional. Nosotros, dentro de lo profesional,
tenemos tres grupos en el Parque: La Intemperie, Caracú
y La Runfla.
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Lo nuestro
es una opción estética e ideológica: ocupar el espacio
público, tomar al transeúnte y transformarlo en
espectador.
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Como toda
actividad cultural, el teatro de calle necesita apoyo
institucional, de particulares y del público. Nosotros
contamos con la parte edilicia. Nos han designado un
lugar donde podemos guardar la escenografía, el
vestuario... En otra época fui coordinador de este
centro cultural, pero sentía que la gestión estaba
chupando mi actividad creativa.
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Nosotros,
como grupo, mantenemos una salita en el barrio de
Floresta, pero la utilizamos a pleno sólo durante las
vacaciones de los chicos y para organizar talleres de
plástica. Los pibes se pasan allí una tarde con un abono
de dos pesos.
Carlos Davis

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