Sus instalaciones incluían
una caballeriza,
departamento de veterinaria,
taller de maestranza y
oficinas. Allí se guardaban
los carros de los
barrenderos y las chatas que
recogían la basura. El
Corralón contaba con más de
cien caballos y no sólo
cumplía las funciones de
recolección de basura y
regado de calles, sino otras
de ayuda comunitaria como
sacar los carros que se
empantanaban en las calles
de barro. Sus caballos, en
mas de una oportunidad,
fueron cedidos al
Departamento de Bomberos
para rescatar a otros
caballos que accidentalmente
caían al arroyo Maldonado,
que por ese entonces corría
a cielo abierto. Asimismo,
cuando éste desbordaba,
inundando la zona, el
corralón contribuía a
evacuar y dar albergue a los
inundados.
Si bien en un principio el
Corralón funcionó como un
catalizador del crecimiento
urbano de su entorno, ya que
muchos de los que allí
trabajaban alquilaron o
construyeron sus viviendas
en los alrededores, este
mismo crecimiento fue el que
hizo que surgieran los
primeros reclamos vecinales
que pedían, a mediados de la
década de 1940, su traslado
a un lugar más alejado de la
Ciudad, por razones de
higiene.
Mientras tanto, los sistemas
de recolección de residuos
habían ido pasando de las
chatas tiradas por caballos,
en las que el recolector
caminaba junto al caballo y,
dejándolo en la esquina,
recogía la basura
domiciliaria de cada cuadra
en un fuentón, a los
camiones que hicieron su
aparición en el Corralón
alrededor de 1960. A pesar
de esto, las últimas chatas
fueron retiradas del
servicio en 1968.
En 1965, la Resolución Nº
21.108 , ordenó estudiar la
posibilidad de traslado del
Corralón a un lote ubicado
en Av. Roca y Lacarra,
previéndose ya desde
entonces la transformación
del predio en un espacio
verde público.
El servicio de recolección
de residuos estuvo
enteramente a cargo de la
Municipalidad hasta 1962,
año en que la empresa
privada Maipú se hizo cargo
de parte de él. En 1977 se
crea el C.E.A.M.S.E.
(Cinturón Ecológico del Área
Metropolitana Sociedad del
Estado), que concede el
servicio enteramente a
privados. El Corralón fue
también el punto de
encuentro de los
trabajadores estatales del
sistema de recolección de
residuos, y sede de sus
reuniones. Allí cumplía
servicio como barrendero el
sacerdote Mauricio Silva
quien fue secuestrado y
desaparecido, al igual que
Julio Goitía y Néstor
Sammartino.
En el año 2000, el nuevo
Código de Planeamiento
Urbano zonificó el predio
como Distrito UP
-Urbanización Parque-
plasmando así, en la
normativa, la iniciativa
largamente postergada de
transformar el Corralón en
un parque. A partir de este
hecho, y entre los años 2000
y 2004, se desarrolló un
trabajo conjunto entre los
vecinos y el Gobierno de la
Ciudad cuyo resultado fue un
proyecto integral de área
verde en el que se
contemplaba la construcción
de una plaza con patio de
juegos en la esquina de la
Av. Gaona y Gualeguaychú
-"la placita"- la
construcción de una escuela
secundaria -de la que el
barrio carecía- en el sector
ubicado sobre la calle
Morón, y un área verde
parquizada denominada "la
plaza grande", que abarcaría
el resto del predio. Dentro
de este último sector se
prevé la puesta en valor y
preservación de la casona
histórica del Corralón para
su funcionamiento como
centro cultural y lugar de
reunión de las muchas
asociaciones surgidas en el
barrio, entre ellas la
entonces recientemente
formada Asamblea de Vecinos
de Floresta. Se preveía,
asimismo, la conservación de
la estructura de algunos de
los galpones históricos. El
proyecto de creación de una
escuela media fue presentado
en el Presupuesto
Participativo y aceptado
como prioridad para el área,
comprometiéndose el Gobierno
a llevarlo a cabo.
A los hechos históricos de
los que este significativo
espacio del barrio de
Floresta ha sido testigo, se
suman aquellos acaecidos en
diciembre de 2001.
Desafortunadamente, el
barrio sufrió de cerca la
violencia imperante, ya que
el 29 de ese mes tres
jóvenes vecinos murieron
víctimas del "gatillo
fácil". Las madres de estos
jóvenes se sumaron a las
organizaciones barriales que
se reunían en el Corralón,
apostando al esfuerzo
conjunto como única
posibilidad de superación
del trance tan difícil por
el que transitaba nuestro
país en esos días. Como
resultado de esto, se
organizaron en la Escuela
República del Perú, cercana
al Corralón, dos muestras de
arte y un concurso de
escultura. Este último tuvo
como objetivo la elección de
una obra que se erigiría en
la Plaza de la Victoria,
espacio verde ubicado en una
de las esquinas del
Corralón, para evocar la
memoria de los tres jóvenes
asesinados. El monumento
escultórico, obra de las
artistas María Claudia
Martínez y Verónica García,
se concretó gracias a la
colaboración de la Dirección
de Infraestructura Escolar,
quien proporcionó los
materiales; al Centro de
Formación Profesional N° 24
donde se construyó la obra y
a la Dirección General de
Guardia de Auxilio del GCBA
quien llevó a cabo el
emplazamiento en diciembre
del año 2004.
Una vez vencidas las
concesiones que afectaban el
predio, éste pasó nuevamente
a manos del Gobierno de la
Ciudad que, mediante un
acta, lo entregó en guarda a
las asociaciones vecinales,
hasta tanto se abriera el
parque al público.
Entretanto, se concretó el
emplazamiento de la
escultura y, también, la
construcción de la Escuela,
hoy abierta a todos los
adolescentes del barrio.
Lamentablemente, la
construcción de la "plaza
grande" todavía no ha tenido
lugar. Sin embargo, el
Corralón se ha convertido en
un centro de actividades
culturales, sociales y
educativas reconocido en
toda la Ciudad. En él tiene
su sede el grupo de teatro
"El épico de Floresta", que
brinda la posibilidad tanto
de ver como de hacer teatro
comunitario. Asimismo, en el
Corralón se dictan clases de
escultura en madera, danzas
y murga, entre otras.
La Ley 1227 define al
Patrimonio Cultural de la
Ciudad como "el conjunto de
bienes muebles e inmuebles
(…) que en sus aspectos
tangibles e intangibles,
materiales y simbólicos, y
que por su significación
intrínseca y/o
convencionalmente atribuida,
definen la identidad y la
memoria colectiva de sus
habitantes." En su artículo
3°, define el carácter de
estos bienes que lo integran
como "histórico,
antropológico, etnográfico,
arqueológico, artístico,
arquitectónico, urbanístico,
paisajístico, científico,
así como el denominado
patrimonio cultural
viviente." El artículo 4º,
Categorías, define a los
Sitios o Lugares Históricos
como "aquellos vinculados
con acontecimientos del
pasado, de destacado valor
histórico, antropológico,
arquitectónico, urbanístico
o social."
El Corralón de Floresta
reúne todas las
características arriba
descriptas, ya que ha sido
testigo de la evolución
histórica de nuestra Ciudad
en aspectos tan relevantes
como el crecimiento urbano y
los sucesivos cambios
operados en las ideas
imperantes en materia de
higiene e infraestructura.
Asimismo, ha funcionado como
punto de encuentro alrededor
del cual gira la
participación ciudadana,
hecho éste que le otorga
tanto valor histórico como
un destacado valor social y
cultural que mantienen su
vigencia hasta nuestros
días. "La importancia que
este predio tuvo y tiene en
la comunidad de Floresta se
ve hoy en el esfuerzo
realizado por los vecinos
con el fin de recuperarlo
para la comunidad".
El presente
proyecto
busca reconocer
normativamente estos
valores, no sólo para su
preservación en el tiempo,
sino también para contribuir
a la consecución de un
objetivo más amplio, que es
la construcción del parque
público y centro cultural
por el que los vecinos
vienen trabajando desde hace
casi cincuenta años.
Carlos Davis
Fuente:
Terra -
CEDOM - Encuentro para la
Victoria