Dentro del Mercado, hay 166 puestos con todo tipo de
mercadería como antigüedades, iluminación, muebles y
vajilla. Se pueden encontrar desde piezas antiguas únicas de
elevado valor, hasta objetos modernos usados. Los objetos
varían en sus formas, tamaños y estilos como por ej: una
lámpara antigua hasta un collar de perlas.
Hoy en día, aproximadamente, el mercado cuenta con 32
puestos de antigüedades; 38 de iluminación; 94 son de
muebles usados; 62 de objetos varios; 11 destinados a la
cristalería, vajilla y porcelana; y 13 de objetos de arte,
pintura, escultura y escenografía.
El mercado está muy bien organizado, cada puesto tiene un
número y en los pasillos hay carteles con un mapa del lugar
para ubicarse. Además, en cada puesto hay un teléfono y un
nombre para contactar al vendedor en cualquier momento.
Por otro lado, además de la venta al público de productos
se ofrece el servicio de restauración. En el caso de los
muebles, la restauración consta de un pulido, encolado y
lustre de las piezas. En su mayoría los objetos llegan al
mercado después de haber sido comprados en remates. También
se alquilan objetos para vidrieras, cortos publicitarios y
filmaciones en general.
Los que visitan el mercado saben que van a buscar lo que
no se encuentra en ningún otro lado, ya que los muebles y
objetos más antiguos son piezas únicas europeas que
ingresaron al país en la ola inmigratoria de 1920. Otra de
las décadas que está muy presente es la del 70, a través de
sus particulares objetos de ropa e iluminación.
El Mercado de las Pulgas comenzó a funcionar en 1988,
estuvo en actividad durante 18 años consecutivos hasta
diciembre de 2005 que debió mudarse a un predio contiguo
hasta su puesta en valor. Fue reinaugurado a mediados del
2011 cuando volvió a su lugar original.
El nombre del mercado se remonta a fines del siglo XVIII,
cuando muchas personas recogían durante las noches los
cachivaches y ropa que las familias de mayor poder
adquisitivo desechaban porque ya no las necesitaban. Todo lo
recolectado se vendía en un mercado, en puestos pequeños y
como no eran tiempos en los que la higiene fuese primordial,
los objetos llegaban con pulgas a la casa del comprador.
Carlos Davis
Fuente:
Prensa Ministerio
de Ambiente y Espacio Público de la CABA