En ella jugó un papel prominente ya que desde la revista Anales, sostuvo la necesidad de desarrollar una industria rural, expandir la agricultura y colonizar la tierra mediante el asentamiento de los campesinos como propietarios. Para ello propiciaba rebajas del precio de la tierra y una serie de facilidades para los colonos con vistas a tecnificar la producción y limitar el latifundio.
Después de visitar el Royal Show de Birmingham le escribe conmocionado a su padre Domingo: "¿Se acuerda del arado de vapor? Bueno, ahora lleva dos rejas en lugar de una, y marcha a una velocidad de 50 yardas por minuto...". Eduardo Olivera estaba viviendo el nacimiento del tractor y el surgimiento de una oleada tecnológica que vendría a abonar el sueño argentino: domar el territorio, convertir el sol, la lluvia y el trabajo en alimentos para el mundo.
Hacia fines de la década de 1860, Eduardo Olivera -un férreo defensor de la agricultura- se opuso paradójicamente al proyecto de Sarmiento de crear colonias agrícolas en Bragado y Chacabuco, pues temía que ese proyecto, aplicado en zonas ya dedicadas a actividades ganaderas, terminaría con éstas.
Olivera también propició la educación de los más jóvenes. En 1868, logró que se funde la Escuela Práctica de Agricultura y Veterinaria de Santa Catalina, en Lomas de Zamora. Eduardo decía: "El pastor es el esclavo más completo de la naturaleza. Es el hombre más apto para sufrir toda clase de tiranías y nunca podrá ser el ciudadano republicano que buscamos". De tal manera trabajó para educar al soberano: escuelas para los niños y adultos campesinos le permitirían a éstos desarrollar su potencialidad como personas y trabajadores.
Eduardo Olivera trajo al país al técnico forestal belga Carlos Vereecke quien trazó un parque de 60 hectáreas alrededor de la casa paterna donde forestó con distintas especies; este parque es el antecesor directo del Vivero Municipal.
Por todos los antecedentes mencionados Olivera fue nombrado Patriarca de la Agricultura y Ganadería, siendo muchos de los desarrollos logrados en nuestros campos frutos de su empuje y de su decisión de progreso.