INVESTIGAN LA
EXISTENCIA DEL TÚNEL DEL PARQUE AVELLANEDA
En busca del
túnel perdido
01/09/2006
- Por primera vez en
más de un siglo de presencia enigmática y misteriosa, en la
mañana del miércoles 23 de agosto, el supuesto túnel existente en el
subsuelo del Parque Avellaneda comenzó a ser investigado por
un grupo de especialistas. El equipo de técnicos y
científicos pertenece a la
Facultad de Ciencias
Exactas y Naturales y a la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Buenos Aires. El grupo, encabezado por la
Dra. Ana Osella y el Dr. Luis Lanata, se encuentra coordinado
por el Lic. Marcelo Weissel (Arqueólogo, Especialista en
Arqueología Urbana) quien logró reunirlos con el fin de
rastrear al túnel que uniría la Chacra de los Remedios con
Villa Ambato, y que dataría del siglo XIX.
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Sin necesidad de
realizar encuesta alguna me arriesgaría a decir que todos
los vecinos adultos de la zona escucharon hablar alguna vez
del túnel del Parque Avellaneda.
De la misma manera, una ínfima minoría podría aportar algún
dato concreto. En general, todos preceden sus relatos con el
clásico deslinde del "dicen que..." |
Con el correr de los
años el folclore barrial fue otorgándole al túnel distintos
usos y recorridos, que en líneas generales siguen los mismos
principios lógicos que le fueron aplicados al resto de los
túneles de Buenos Aires.
En este caso, sin
embargo, los usos no pudieron ser demasiados. Al no estar
cerca de la ribera de ningún río la función de canal de
contrabando de mercaderías o esclavos es completamente
ilógica. Tampoco existían templos en la zona como para
otorgarle el mérito de servir de canal comunicacional, o de
pasaje secreto, para las actividades (sanctas o no tanto) de
los clérigos de entonces.
La única lógica
explicación que justificaría su construcción a mediados del
siglo XIX, es la de servir de paso secreto entre dos
construcciones que eran de las pocas existentes en
un lugar de chacras alejadas de los límites de la
ciudad. |
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El
túnel, de existir, debería unir la Chacra de los Remedios
(actual Centro Cultural) con Villa Ambato (ET Nº 8 "Paula
Albarracín de Sarmiento").
Vista
satelital de la zona referenciada: arriba
y a la izquierda, marcada con un punto
rojo se encuentra "Villa Ambato"; en la
parte inferior de la fotografía el punto
rojo nos indica la ubicación de la "Chacra
de los Remedios". En naranja aparece una
de las trazas posibles del túnel de los
Olivera.
Desde hace años el
Lic. Marcelo Weissel, Arqueólogo, especialista en
Arqueología Urbana, investigador de la Comisión para la
Preservación del Patrimonio Histórico Cultural de la Ciudad
de Buenos Aires, tenía al túnel de Parque Avellaneda en su
agenda de lugares de interés.
En sus visitas al
parque recogió el testimonio de algunos vecinos mayores que
decían haber visto, y hasta recorrido, parte del túnel en su
muy lejana niñez.
Con tales datos la
investigación parecía justificarse. Apenas faltaba conseguir
entonces los recursos humanos y técnicos para detectar la
presencia esquiva del ya casi mítico túnel.
Existían dos métodos
posibles: el directo, consistente en ir a la pesquisa del
túnel excavando el terreno; y el indirecto,
que infiere la presencia de la oquedad a través del estudio
de ciertos parámetros del suelo (tales como su
conductibilidad eléctrica o su permeabilidad magnética)
manteniendo intacto el paisaje. El Lic. Weissel se inclinó
por el último. |
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En su decisión quizá
haya influido el hecho de que el método geoprospectivo es
más rápido (en un día de trabajo se puede obtener suficiente
información de un área extensa como para dar una idea
acabada de la conformación de su subsuelo), a la vez que presenta
menos inconvenientes para su concreción (al ser un método
rápido y no invasivo no modifica el paisaje ni altera el
normal uso del lugar).
El Lic. Weissel encaró
la empresa logrando el apoyo y colaboración de un grupo de
prestigiosos técnicos y científicos de la Universidad de
Buenos Aires, muchos de los cuales habían participado de
proyectos similares de investigación en las Provincias de Catamarca
(restos enterrados de ruinas preincaicas) y Misiones (subsuelo
de San Ignacio).
Trabajando a
contrareloj, lo único que faltaba era la autorización para
poder operar en los terrenos lindantes a la Chacra de los
Remedios. Finalmente se obtuvo el
permiso correspondiente del nuevo administrador del Parque
Avellaneda, Dr. Alberto Olveira Rial.
En busca del
túnel de Parque Avellaneda
En la mañana del
miércoles 23 de agosto arribó a las inmediaciones de la
Chacra de los Remedios la Dra. Ana Osella (Directora
del grupo de Geofísica Aplicada y Ambiental -GAIA- que
depende del departamento de Física de la Facultad de
Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos
Aires) quien contó con la colaboración del Dr. Matías de
la Vega, Dr. Néstor Bonomo, Dra. Patricia Martinelli,
Lic. Victoria Bongiovani y el Lic. Luis Martino
(Investigadores y becarios del CONICET). También participó
de los trabajos el Dr. Luis Lanata (Arqueólogo, quien
trabaja para la Facultad de Filosofía y Letras
de la UBA)
Para realizar la
prospección geofísica del terreno se utilizaron dos métodos,
uno eléctrico y el otro electromagnético. Estos formas no
invasivas de investigación generan una especie de tomografía
del subsuelo que nos permite "ver" o inferir la presencia de
objetos enterrados o de túneles.
Método eléctrico
Sobre una línea recta
de unos 80 metros de largo (tendida a pocos metros de la
reja perimetral de la Chacra de los Remedios, lado Norte) se
fueron ubicando, incados en el piso, una serie de
electrodos de unos 30 cm de largo separados por una
distancia de 1,5 m
Estos electrodos
estaban conectados a un equipo que permitía realizar
mediciones de la conductibilidad eléctrica del terreno. Este parámetro
es una condición o cualidad del subsuelo que se estudia, por
lo que es de esperar que no presente grandes cambios
cualesquiera sea el par de electrodos considerados. De
presentarse un cambio o perturbación podría deberse a la
presencia de cuerpos extraños bajo el suelo (o su ausencia
en el caso de un hueco o túnel).
Según las condiciones
del piso (humedad, componentes, etc.) el instrumental empleado
puede llegar a detectar anormalidades del subsuela hasta los 8 ó 9 metros de
profundidad.
Las mediciones se
tomaron durante varias horas. Los datos serían bajados luego
a una PC para poder interpretarlos, estudiarlos y sacar
posibles conclusiones en base a los objetivos que el grupo
se había trazado en su investigación.
Dra. Ana Osella (Directora
del grupo de Geofísica Aplicada y Ambiental -GAIA-) y el
Lic. Marcelo Weissel (Arqueólogo Urbano, Dirección de
Preservación del Patrimonio GCABA)
Método
eléctromagnético
La búsqueda era similar
aunque el método empleado fuera otro. Se trató de "peinar" o
"barrer" un área previamente marcada y delimitada con un
aparato que genera un campo magnético definido.
El subsuelo del terreno
"perturba" o "deforma" el campo magnético generado por el
instrumento. De existir un objeto enterrado de distinta
permeabilidad magnética (podría ser un sólido, un líquido o
un hueco) el aparato lo registra.
Luego de realizar un
número considerable de mediciones, éstas fueron "bajadas" o
copiadas a una notebook (pequeña computadora portatil) para su posterior lectura e
interpretación.
Posicionamiento
satelital
Para lograr el justo
posicionamiento de cada uno de los puntos estudiados se
utilizó un sofisticado dispositivo de GPS (Sistema de
Posicionamiento Global) diferencial .
Dr. Luis Lanata (Facultad de Filosofía y Letras
de la UBA) operando el GPS
El aparato en cuestión
permite ubicar o definir cualquier punto del terreno con una
precisión de 1 cm aprovechando su capacidad de interacción
satelital.
Palabras Finales
Las mediciones se
dieron por concluidas luego de horas de intensa labor. Los
equipos se guardaron, los expertos se retiraron, y el sol
cayó tras los árboles como finalizando un capítulo dentro de
nuestra fantástica historia vecinal.
Seguramente el
miércoles 23 de agosto del 2006 quedará marcado para siempre
como el día en que intentamos comunicarnos con una de las
historias más representativas y antiguas de nuestra
identidad barrial.
Sólo resta esperar que
en poco tiempo más el informe con la interpretación de los
datos obtenidos llegue a nuestras manos, brindando
respuestas simples a los antiguos interrogantes, o generando
quizás nuevas preguntas que nos provoquen e interpelen en
busca de una argumentación clara, satisfactoria y
pretensiosamente definitiva...
Carlos Davis