Bandera de la Ciudad de Buenos Aires

Kiosco de La Floresta y Locomotora La Porteña

  Escudo de Floresta

Floresta: nombre dado por Ordenanza N° 26.607 B.M. 14.288

RECONSTRUYENDO LA IDENTIDAD

Lanzamos el proyecto "Mi Barrio"

Con la intención de reconstruir la historia simple y cotidiana, de sostener y preservar aquellos pequeños relatos atesorados por los vecinos de ayer, hoy y siempre, es que surge esta pequeña enciclopedia de historias orales, este proyecto que hemos llamado "Mi Barrio de Floresta". La importancia de la idea, la potencia de este sencillísimo acto, reside en que todos los habitantes del lugar podemos trabajar juntos para reconstruir la trama de la historia común que nos sustenta, de la identidad barrial que nos une y singulariza del resto de los porteños. Recuperar la historia oral es revalorizar la memoria colectiva.


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8.- Alberto Carlos Natalio Cortese - Parte I
(albertocortese@maderoeste.com)
Avellaneda y Bahía Blanca

La placita Vélez Sarsfield, aquellas aventuras..., Cada vez que recorro tus ahora enrejados senderos, en alguna tarde triste de otoño, todos tus recuerdos se me vienen a la memoria. y pese a la lejanía, todos ellos ahuyentan la melancolía de la puesta morosa del sol declinante. Y es que me gusta unir a las sonrisas de los niños actuales, todas aquellas travesuras que nos daban tanta vida hace tantos años. Tanta vida, tantos barriletes de sueños, que aún hoy vivimos de ellos. Sí, no seríamos lo que hoy somos, sin los susurros lejanos de aquellas arboledas de los años 60 en la placita del barrio...

Y me acuerdo de aquellos interminables picados, réplicas inmensas en su pequeña escala, de los "clásicos" domingueros que nos hacían hasta llorar de amargura, cuando nuestro equipo perdía. Sabíamos de las "cargadas" de la barra al atardecer en el almacén de Don Ángel tomando una coca o una Bidú Cola!, y esperábamos la pronta revancha.

Algunas veces, cuando el guardián de la plaza se descuidaba un par de horas, durmiendo una oportuna siesta en su "oficina" de la montañita, copábamos algún cantero de césped inmaculado, donde la pelota marrón de cuero reluciente que algún afortunado había podido comprar, brillaba y se deslizaba obediente hacia el arco contrario. Pero otras veces (las más) debíamos conformarnos con la esquina en forma circular, tapizada de duras baldosas, y con los arcos casi contiguos, dando forma a aquellos extraños partidos en que el número "diez" (el más habilidoso entre varios participantes a tan elevado trono) debía casi convivir con el rústico defensor dueño de la pelota en tan singular geografía, tan lejana del añorado cantero hoy vacante "por fuerza mayor" (el guardián había despertado..). O sino, un "cabeza" de a dos, con los árboles como mudos testigos haciendo de arcos enormes para nuestros aún pequeños y vacilantes pasos.

Recuerdo, por haber estado en el "bando equivocado", que éramos dos grupos, los "grandes", un par de años mayores que nosotros, y los más chicos, o sea nosotros, y cómo quedábamos discriminados en el armado de los partidos, casi siempre eternamente relegados al "banco" hasta que alguno se cansaba y nos dejaba entrar. No había técnico que hiciera los merecidos cambios! Pero cuando no estaban los "grandes", nos desquitábamos en interminables maratones que podían durar toda una tarde.

Una de las mayores pero secretas emociones, era cuando en la "pisadita" para armar los equipos, alguno de los que más admirábamos futbolísticamente, nos ponía primeros en dicha selección. Nos hacíamos que no nos importaba, pero lo tomábamos como seguro próximo paso a ser llamado a algún partido "interbarrial" para defender la intangible pero invencible camiseta del barrio!.

Recuerdo cuando llegaba la primavera, y la aún relativa cercanía de una pampa que ni siquiera intuíamos, nos acercaba bandadas de coloridas mariposas, que perseguíamos entre las flores, y a veces hasta penetrando osadamente en algún pasillo de una casa soleada de la vereda de la calle Bogotá.

Recuerdo la emoción cuando divisábamos algún "Limonero" (una mariposa particularmente grande, de hermosos colores negros y amarillos), que perezosamente y con desdén, aleteaba en las copas de los jacarandás, lejos de nuestras ramitas "asesinas" que la esperaban pacientemente abajo.

Las noches de verano, en el sendero que circunvalaba la plaza casi por su parte media, ya vacío de inoportunos visitantes, aprovechábamos la "pista liberada" y organizábamos vertiginosas carreras de bicicletas, cada una ornamentada con lo que su "piloto" podía en base a "sponsors" en forma de padres con mayor o menor fortuna. Algunos con relucientes faroles y bocinas de aire, otros con la modestia de una bombita de agua pobremente inflada, y haciendo "ruido de motor" al estar estratégicamente atada rozando la rueda trasera. No importaba, allá íbamos, y para nosotros era la gloria de una carrera de Turismo Carretera en nuestro pequeño mundo de sagradas inocencias.

¡Quién no se acuerda de las figuritas de fútbol!, la tele apenas existía, y solo veíamos cada tanto los rostros de nuestros héroes en algún Gráfico leído de apuro en la peluquería del barrio, o cuando podíamos juntar unos mangos para ir a la cancha de Vélez, que nos quedaba cerca viajando en el "Sarmiento", y allí, pegados al alambrado, ver las caras de aquellos jugadores famosos, que permanecían años y años en el mismo equipo dando realidad al "amor a la camiseta".

En demoradas tardes de veranos calurosos, nos cambiábamos los "pilones" de figuritas, buscando afanosamente la "figurita difícil" (recuerdo a Ríos de Colón y Obberti de Los Andes!) que nos permitiera completar el álbum y acceder a una mítica pelota ¡nueva! de cuero. Ya se perfilaban los que serían comerciantes en el reparto caprichoso de la vida, pidiendo siempre más que lo que daban: "te doy estas dos, pero vos dame cinco". Luego llegó (¿cómo?, no sé, pero de alguna manera ocurría.) la moda de las carreras de autitos "con suspensión". Y ahí sí, se veían con cándida nitidez, lo que cada uno podía o no en materia de "equipamiento". Siempre aparecía alguno con el último modelo, y los que teníamos que apechugarla con un auto ya descascarado por los meses de uso continuo, tratábamos de disimular el envejecimiento con alguna oportuna calcomanía de "YPF", cuidadosamente colocada en los lugares más afectados.

Tantos recuerdos, y tantas sanas aventuras. Cuando les cuento a mis hijos estas cosas, me miran sin entender, y me dicen "che papá, estás viejo.", no importa, yo creo que ya les planté la semilla que mis viejos me dieron a mi: cielo y amistad, son lo mismo, siempre. Y la placita hoy es otra, pero es la misma emoción la que vive en sus caminos, en sus fantasmas y en sus hamacas nuevas, y en sus pájaros que hoy, ya en la noche, han dejado de cantar, pero mañana, todo comenzará de nuevo...

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29 de Agosto
Día del Barrio de
 Floresta

39.474 hab.
 2.4 km2
(
2.320.158,49 m2)
16447,5 hab/km2

21.395 Mujeres
18.079 Hombres
(Datos julio 2001)

FLORESTA
nombre dado por Ordenanza N° 26.607 B.M. 14.288

LIMITES
Av. Directorio,
 Portela, Cuenca, Av. Gaona Joaquín V. González, Juan Agustín García, Segurola, Mariano Acosta.

PERÍMETRO
7.523,45 m


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