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49.-
Leonardo Oscar Tidona
- Parte II
leotidona@gmail.com
Dolores y Rafaela
La primaria la hice en la
escuela de la calle Ramón L.
Falcón, entre Lacarra y
Bolaños.
Tuve de maestra a la Sta.
Sara Soya, que me daba unos
tremendos coscorrones cuando
la pifiaba en aritmética.
Recuerdo también al Sr.
Kaplán, de sexto grado, cuyo
mayor deseo era el de
formarnos como futuros
hombres.
Tomé la comunión en la
Candelaria, el padre
Laucello nos enseñaba el
catecismo. Él,
"aparatosamente" hacía que
sacaba al diablo a patadas
de la iglesia, para que no
nos perturbara. Allí, en la
calle, se hacían unas lindas
fiestas para festejar a sus
patronos: San Cosme y San
Damián.
Participé en dos torneos
Evita, jugaba de arquero en
el equipo que habíamos
formado con los chicos del
barrio, que se llamaba
Dolores Sud. Jugamos un
partido en la cancha de All
Boys, ¡todo un
acontecimiento!.
Al cine Canadián iba todos
los miércoles (costaba 20
centavos la entrada), a ver
dibujos animados o las
series de vaqueros.
En el cine teatro Fénix
pasaban películas de largo
metraje, extranjeras y
nacionales. También, se
representaban,
teatralizadas, las
radionovelas de radio Del
Pueblo, cuyos directores
eran Héctor Bates y Rolando
Cháves (además, actor). La
sala se llenaba y había que
sacar las entradas con mucha
anticipación.
Durante los carnavales,
actuaban las más grandes
comparsas, integradas por
hombres, mujeres, jóvenes y
niños, donde todos lucían
vistosos disfraces llenos de
lentejuelas, flecos y
colores. También actuaban
magos, malabaristas,
cantores, actores y
conjuntos musicales. El Gran
Rivadavia vino con el
tiempo, estaba realizado
como los mejores cines del
centro.
Un día, cuando tenía 12
años, fuimos con unos amigos
a la cancha de Vélez
Sarsfield, desde ese momento
me enganché para toda la
vida con la ve azulada del
Fortín.
De los comercios, recuerdo a
la despensa de Pampuri y
Rubini; el almacén de Corujo;
la panadería Mignon (donde
se hacían los mejores
miñoncitos de la ciudad); la
panadería Ortiz, a la cual,
los domingos, llevábamos el
asado para que lo cocinaran
en el horno del pan; Radio
Calio, donde compramos los
primeros electrodomésticos;
la feria en la calle
Dolores; el mercado Vélez
Sarsfield.
Comprábamos el hielo en
barra para refrigerar las
bebidas, la leche y la
manteca. El querosene para
la cocina lo conseguíamos en
un surtidor a varias cuadras
de casa, también usábamos
carbón para calentar un poco
los dormitorios durante el
invierno mediante un
brasero.
Tengo muy buenos recuerdos
de Floresta, donde, junto a
mis padres, viví una
infancia y una adolescencia
muy agradables. Luego me
casé con Doña Luisa Laselva
y de esa unión llegaron
nuestros dos hijos mayores,
Marcela y Daniel.
Ha sido emocionante recordar
esos buenos años. También,
quiero felicitar a las
personas que llevan adelante
este noble proyecto de
reconstruir la historia del
barrio.