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3.-
Esmeralda Müller
-
esmetico@hotmail.com
- Parte
X
Fernández y Bonifacio
Entre los benefactores del
barrio no puedo olvidar al
Dr Bossio, vivía en Olivera
a pocos metros de Alberdi.
Nosotros teníamos nuestra
obra social, pero al primero
que acudíamos era a él, no
necesitaba más pruebas que
su nariz y su tacto. Salvó a
mi padre diagnosticándole
fiebre de malta en cuanto
entró al dormitorio. Esto
después de un largo
peregrinar por otros
médicos.
Mi esposo una vez tuvo,
según los médicos, una
indigestión o algo así.
Señora, me dijo, póngale
hielo toda la noche y mañana
lo lleva al hospital. No
dormí en toda la noche
aplicándole paños helados, y
se salvó de una peritonitis
!!.
Otra benefactora era la Sra.
que amaba a los animales y
nos daba una carta de
recomendación para la
perrera. Solían
sacrificarlos, y fueron
muchos los canes que
salvamos gracias a ella.
Claro, se escapaban a través
del cerco de siempre-verde y
los chicos lo usaban de
señuelo, cuando la perrera
lo corría uno de los "nenes"
abría la jaula para soltar a
los demás (me acabo de
enterar por una vecina que
hoy vive cerca de mi casa).
Otra alma caritativa era mi
abuela..., ah... ella era
una institución de
beneficencia, vaciaba los
roperos con la ropa chica y
hacia atados que yo debía
entregar a la gente
necesitada y cercana.
Asimismo siempre hacía
empanadas de sobra para
algún vecino.
Mi padre era el hombre
orquesta que entendía de
todo y arreglaba todo. Mi
madre hacía pasar a una
pobre señora que solía
pedirle pan y la invitaba
con un buen plato de guiso.
En fin, todos de una manera
u otra vivíamos en esa
cadena de solidaridad que
hoy por temor se ha perdido.
Cada uno vive dentro de su
pequeña chacrita.
SOLIDARIDAD?, eso pedía el
papa Paulo II, pero... abrís
la mano y te comen los
dedos!!