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27 .-
Jorge
Serángelo -
(zakarat@hotmail.com)
- Parte II
Tandil y Laguna
Club Social y Deportivo
"Floresta Junior", Laguna
entre Tandil y Remedios, así
se llamaba y quizá se llame
aún el club del barrio. El
mismo que competía con el
"América del Sud" y el
"Pedro Echagüe" los sábados
por la noche cuando era el
momento de elegir adónde ir
a bailar. Los últimos dos
siempre le ganaban al
primero porque el primero
había sido "una gloria de
otro tiempo". El tiempo de
mis abuelos y de mis viejos,
el tiempo del tango, el
tiempo de los noveles
cantantes que deseaban darse
a conocer. Y tuvo que pasar
más de una década, de fines
del 50 hasta mediados de los
70, para que el viejo club
"Floresta Junior" volviera a
organizar bailes los sábados
por la noche. Y fuimos
nosotros, los adolescentes
del barrio los que nos
atrevimos a desafiar a esos
dos "gigantes" en la
consideración de los vecinos
al momento de salir a mover
el esqueleto. Nos juntamos
en la esquina de Laguna y
Garzón y tomamos la decisión
de entrevistarnos con la
Comisión Directiva del
Floresta Junior para
proponerles organizar bailes
los sábados por la noche...,
¡y aceptaron!. Lo que por
supuesto nos creaba el
problema de tener que
llevarlos a cabo.
¿Cómo demonios se organizaba
un baile en un club?. De más
está decir que hacerlo en la
casa de cualquiera de
nosotros era sencillo, allí
sólo iban la gente que
invitábamos, pero a un club
abierto y pretendiendo
cobrar la entrada iba a ir
cualquiera que lo desease,
por lo que teníamos que
brindarle precisamente lo
que venían a buscar... ¡Y lo
hicimos!, con todas y cada
una de las dudas que le
podían a surgir a un montón
de adolescentes que sólo
tenían a su favor las ganas
de cumplir con lo que nos
habíamos propuesto. Claro,
teníamos a favor la
creatividad de la juventud,
el ingenio de pertenecer a
un barrio y a una generación
que no se estupidizaba con
la televisión o las
computadoras. Éramos
aquellos que debían por
fuerza proveerse las razones
por la cuales luchar y
meterse de lleno en los
proyectos, aunque para
algunos fueran nada más que
"Cosa de chicos". Teníamos
la vida por delante y antes
que nada, queríamos
marcarnos el camino a seguir
y no que nos lo impusieran.
Por eso organizamos los
bailes, con bandas de rock
invitadas, con luces de
colores, hasta con lo que
antes se llamaba
"guardarropa" y, por
supuesto el "Reservado".
Además habíamos utilizado
don bandejas giradiscos
Winco a modo de equipo
musical y un parlante de 50
w de potencia colgado del
techo. Improvisaciones que
mostraban claramente el
ingenio al que hice
referencia, pero que logró
aceptación masiva, al punto
de recaudar en una noche lo
mismo que la Comisión
Directiva recaudaba en un
mes de cuotas societarias.
En fin, teníamos la
juventud, éramos sanos y
queríamos brindarle a la
gente del barrio lo que esas
personas, sobre todo los
jóvenes, necesitaban para no
tener a viajar hasta Ramos
Mejía o Quilmes para bailar
y conocer a su futura
pareja. Porque el barrio y
el club del barrio era eso:
el lugar donde todos y cada
uno de los que lo
integrábamos nos
preocupábamos por lo que le
ocurría de bueno o de malo
al otro.