recursos biológicos
para la producción sustentable
Llegó la
Bioeconomía
26/02/2024
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En los últimos años, el concepto bioeconomía comenzó a
incorporarse en las agendas de diversos países y organismos
internacionales. Aunque no hay una definición unánime del
concepto, hay cierto acuerdo en que la bioeconomía es una
alternativa para hacer frente a desafíos futuros globales,
tales como: el cambio climático, el agotamiento de los
recursos fósiles, y una mayor demanda de bienes y servicios,
debido al crecimiento poblacional y, en especial, al
crecimiento de la población urbana. El concepto fue empleado inicialmente por el estadista y
economista rumano, Nicholas Georgescu-Roegen, en la década
del '70 (SXX).
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El autor planteaba la necesidad de compatibilizar
el consumo y modo de producción del mundo desarrollado con
la sustentabilidad ambiental. La idea también era la de incluir
a toda la población
al acceso y uso de los recursos naturales. En la actualidad, los debates y actividades en torno a la
bioeconomía están cambiando. |
Ya no hacen foco en los límites del crecimiento,
sino en la búsqueda de nuevas posibilidades y formas de
crecimiento (Meyer, 2017).
En Argentina, el concepto fue incorporado por el
Ministerio de Ciencia y Tecnología (MINCYT) a partir del
2013, por medio de programas sectoriales de financiamiento.
Además, se realizaron diversos simposios nacionales y
regionales que permitieron crear un ámbito de información,
discusión e interacción entre distintos actores públicos y
privados vinculados a la bioeconomía, apoyados por la Bolsa
de Cereales de Buenos Aires.
Como resultado, la bioeconomía, junto con la
biotecnología, se integró en los Planes Nacionales Argentina
Innovadora 2020 y 2030. El Ministerio de Agroindustria
definió el concepto como "el aprovechamiento de los recursos
biológicos para la producción sustentable de bienes y
servicios", dándole entidad en la estructura organizacional
en 2017 con una Dirección Nacional.
La biodiversidad y la disponibilidad de biomasa ganan
centralidad en la bioeconomía a nivel nacional. Esto se
traduce en un enfoque territorial que pone en valor la
especificidad de los recursos biológicos y de las
capacidades y conocimientos locales que permitirían la
explotación de los mismos.
Las primeras políticas asociadas al término se vinculan
con el aprovechamiento de recursos biológicos con fines
energéticos, como ser los regímenes de promoción y uso de
biocombustibles y de fuentes renovables de energía para la
generación de energía eléctrica.
Aunque la estrategia nacional promueve un desarrollo más
equitativo del territorio, se observa cierta tendencia hacia
el desarrollo casos puntuales en la zona centro-noroeste del
país.
Dentro de los objetivos de la estrategia nacional de
bioeconomía, el crecimiento económico y el desarrollo
sustentable son prioritarios. Pero la sustentabilidad no se
presenta como una condición intrínseca, por lo que existe el
riesgo de que sus prácticas adopten un carácter extractivo
(Trigo et al 2016).
A fin de avanzar hacia el desarrollo de la bioeconomía,
se requiere una combinación de políticas que generen los
incentivos para el aprovechamiento y creación de nuevas
actividades basadas en la biomasa existente.
Políticas productivas y ambientales que aseguren el
mantenimiento de los ecosistemas y la biodiversidad, la
productividad de los recursos, y el control de la
contaminación.
Políticas que incluyan las áreas de ciencia, tecnología y
la innovación, el desarrollo de los recursos humanos,
orientadas a promover y facilitar el desarrollo de usos
novedosos de los recursos. Nuevos instrumentos de
regulación, promoción y financiamiento que se ajusten a las
necesidades y características de los sectores productivos,
buscando promover no solo el desarrollo de actividades
directamente asociadas a la cadena agroindustrial.
Cabe consignar que
el término "biomasa" utilizado en este artículo refiere a toda la materia orgánica de
origen biológico (vegetal o animal), no fósil, incluyendo
los materiales procedentes de su transformación natural o
artificial, tales como los cultivos energéticos, residuos
agrícolas y forestales, estiércol o biomasa microbiana.
Jesica Sarmiento
Lic. en Economía
Investigadora de
la Universidad Nacional de Río Negro-CIETES
(Centro
Interdisciplinario de Estudios en Territorio, Economía y
Sociedad)
y del Conicet.
Fuente:
Telam