El cuidado integral
de nuestra piel más allá de la influencia del sol
El sol y
nuestra
piel
17/02/2024
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Cada vez más, la exposición solar se convierte en una
realidad inevitable en nuestra cotidianeidad, por lo que la
prevención se vuelve fundamental para evitar enfermedades
como el cáncer de piel. La sobreexposición a la luz
ultravioleta (UV) del sol, especialmente durante las horas
pico de radiación, puede dañar las células de la piel y
aumentar las posibilidades de desarrollo de esta enfermedad.
Por ello, resulta crucial protegerla mediante el uso del
protector solar con un factor adecuado,
como así también vestir prendas que cubran la mayor parte
del cuerpo. Según datos de la Asociación Argentina de
Oncología Clínica, 9 de cada 10 diagnósticos de cáncer de
piel son consecuencia de la exposición solar.
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Mas allá de lo
dicho, es importante destacar que existen otros factores de
riesgo que también pueden contribuir a su desarrollo. Uno de
ellos es el tipo de piel. Las personas con piel clara tienen
un mayor riesgo de desarrollar cáncer de piel, ya que tienen
menos melanina, el pigmento que protege naturalmente la piel
contra los daños del sol. |
Sin embargo, esto no
significa que las personas con piel morena u oscura estén
exentas de riesgo. Todos debemos cuidar nuestra piel sin
importar nuestro tono. Incluso las personas con piel más
oscura pueden desarrollar melanoma, el tipo más agresivo de
cáncer de piel. A su vez, la genética y los antecedentes
familiares también influyen en la predisposición a esta
enfermedad. Aquellas personas que cuenten con antecedentes
de melanoma u otros tipos de cáncer cutáneo requieren
controles más frecuentes y vigilancia ante cambios en la
piel.
Por otro lado, la
exposición a productos químicos en entornos laborales, como
ciertos solventes industriales y sustancias tóxicas, pueden
aumentar el riesgo. Por eso, es esencial utilizar la
protección adecuada y seguir las normas de seguridad
establecidas por cada organización. Lo mismo sucede con la
exposición a la radiación, como la radiología o la
radioterapia, por lo que se deben tomar precauciones
adicionales para proteger la piel.
Por último, la
presencia de numerosos lunares o pecas también se pueden
identificar como factores de riesgo. Si bien gran parte de
ellos son benignos, algunos pueden volverse cancerígenos con
el tiempo. En este sentido, mirarnos la piel de forma
regular frente al espejo y prestar atención a cualquier
cambio en la piel, como lesiones grandes, bordes asimétricos
y múltiples colores, son la clave para identificar posibles
signos malignos, que deberán ser evaluados por médicos
especialistas en dermatología.
Teniendo en cuenta
estos factores, resulta primordial realizar un control
exhaustivo anual de toda la piel, incluyendo cuero
cabelludo, genitales, uñas, palmas de las manos y plantas de
los pies. Esto no solo le permite al dermatólogo evaluar
cualquier cambio sospechoso, examinar áreas difíciles de ver
por uno mismo y realizar pruebas adicionales si es
necesario; sino también detectar la enfermedad en estadios
tempranos.
Es importante no
demonizar al sol, sino saber que, con los cuidados
pertinentes, podemos disfrutar con plenitud de la vida al
aire libre. Además, debemos comprender que cuidar nuestra
piel va más allá de protegernos de los rayos UV durante el
verano y únicamente cuando nos exponemos al sol. Englobar
todos estos factores en nuestras rutinas diarias es esencial
para prevenir eficazmente el cáncer de piel y, de esta
manera, asegurar el cuidado integral de nuestra salud.
Julia Crema
Especialista en clínica médica y en dermatología de
Prevención Salud
Fuente:
Telam