se festeja cada
13 de setiembre según lo establece un decreto de 1954
Día
del Bibliotecario
13/09/2023
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Cada 13 de
septiembre, según lo establece el Decreto Nº 17.650/54, se
conmemora el Día del Bibliotecario a nivel nacional. La
fecha ya había sido sugerida por el Congreso de
Bibliotecarios realizado en Santiago del Estero en 1942,
pero hubo que esperar hasta 1954 para que fuera finalmente
instituida. Como representante del universo de los
bibliotecarios tomaremos un caso, el de la Agente Civil
Docente Marta Irene Pupin, bibliotecaria en Casa Amarilla,
quien con su labor cotidiana representa el trabajo que
realizan no sólo los bibliotecarios de la Armada Argentina,
sino los colegas de todo el país,
aquellos que
trabajan en escuelas, en bibliotecas barriales y en otras
instituciones.
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La fecha se
corresponde con la edición del periódico La Gazeta de Buenos
Ayres del 13 de septiembre de 1810, en la que apareció un
artículo titulado “Educación” escrito por Mariano Moreno,
que informaba sobre la creación por parte de la Junta de
Mayo de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, hoy
Biblioteca Nacional. |
El mismo
instrumento legal
designaba al Doctor Saturnino Segurola y a Fray Cayetano
Rodríguez como primeros bibliotecarios de esta primer
biblioteca.
La
bibliotecaria de Casa Amarilla
Marta Irene
Pupin trabaja en Casa Amarilla, vive en La Boca y es oriunda
de Temperley, Lomas de Zamora, zona sur del Gran Buenos
Aires.
Marta es
Licenciada en Bibliotecología y Ciencias de la Información,
habiéndose recibido en la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Buenos Aires. Hace 15 años que es Agente
Civil Docente del Departamento de Estudios Históricos
Navales, situado en el barrio de La Boca, en la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires y conocido como “Casa Amarilla”.
Su cargo en
este lugar es justamente el de bibliotecaria, donde trabaja
con sistemas de clasificación, reglas de catalogación y
conservación. “Es imprescindible actualizarse
permanentemente para esta tarea”, admite.
Previamente
desempeñó funciones en la Universidad Católica Argentina y
en la Superintendencia de Riesgos del Trabajo; hasta que
finalmente encontró su lugar preferido en Casa Amarilla.
Marta cuenta
que trabaja con variados procesos técnicos y bases de datos,
los cuales (en su mayoría) tuvo que digitalizar manualmente,
y declara, sin dudar y con rapidez, que transcribe a la
computadora el resumen y características generales de más de
mil libros por mes, y estima que la suma supera los 15 mil
al año.
Es tanto el
cariño que siente por el Departamento de Estudios Históricos
Navales que, según confiesa, haber llegado fue como un
premio para ella. “Es un lugar para apreciarlo, y hago lo
que me gusta”, destaca Marta, quien admite que siempre ha
sido respetada y escuchada como profesional.
Describe a su
ambiente de trabajo como “excelente”, y lo comprueba con una
anécdota: “Un día tuvimos un problema con un caño que
atravesaba la biblioteca; se pinchó y empezó a salir agua
por todos lados. Rápidamente todos nos querían ayudar; no
había alguien que no quisiera venir a cooperar”, dice y
subraya: “Estas son las cosas lindas que hacen que el lugar
funcione, cuando las personas se unen y colaboran. Somos
todos muy unidos”.
“Integramos la
Red de Bibliotecas de las Fuerzas Armadas (REBIFA) y
participaremos durante este mes del XVII Encuentro Federal
REBIFA”. Otra de las actividades que se desarrollan allí es
la donación de material a instituciones educativas y
culturales, para proveerlas de contenido sobre la Historia
Marítima Argentina.
Entre
libros y lecturas
Al margen de
su vida profesional y laboral, le gusta mucho viajar e ir al
gimnasio, a este último no solo para realizar actividad
física sino también para distenderse.
Tiene un hijo
que vive en Nueva Zelanda, y se siente muy feliz porque
prometió venir a visitarla en este mes de septiembre.
Como buena
bibliotecaria su afición es leer. “Mi vicio es la lectura”,
confiesa. De hecho, ahora está leyendo La Divina Comedia:
“Tengo ascendencia italiana, lo que me llevó hoy en día a
leerla”.
Oriunda de
Temperley, partido bonaerense de Lomas de Zamora, al sur del
Gran Buenos Aires, Marta Pupin vivió allí hasta los 15 años,
cuando se mudó a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Hoy desde Casa
Amarilla, a donde llega todos los días caminando porque vive
cerca, asegura estar muy agradecida con esta Institución:
“En la Armada trabajo con libertad: puedo marcar objetivos,
proyectos, y me siento escuchada”.
Considera a
Casa Amarilla un lugar de privilegio y nada rutinario, “ya
que no tengo dos días iguales”. La bibliotecaria cierra la
entrevista con una recomendación para los jóvenes y las
nuevas generaciones que ingresan a la Armada: “Sean honestos
y cumplan con orgullo sus funciones para llegar al objetivo
común. Sean fieles consigo mismos”, concluye.
Carlos Davis
Fuente:
Licenciada María Silvina Rosas (Prensa Armada Argentina)
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