Antes de que la Ciudad se convirtiera en una gran metrópolis, la zona era mayormente pantanosa y estaba habitada principalmente por comunidades indígenas, como los guaraníes y los querandíes. Existe una leyenda guaraní que relata la historia de una princesa guaraní llamada Anahí fue secuestrada por los españoles. Durante su cautiverio, ella se mantuvo fiel a su pueblo y a su tierra. Cuando finalmente fue liberada, se convirtió en un Ceibo y floreció en una hermosa muestra de amor y lealtad a su tierra. El Ceibo, con sus hermosas flores rojas, simboliza el amor y la pasión de Anahí. Esta historia le da un significado especial al árbol y sus flores, que se consideran un símbolo de pasión y amor en la cultura argentina.

La floración del Ceibo ocurre principalmente en la primavera argentina, que comienza en el mes de septiembre y se extiende hasta noviembre. Durante este período, los Ceibos se cubren de brillantes flores rojas aterciopeladas y despliegan todo su esplendor brindando un espectáculo natural en la Ciudad. Entre las particularidades de la flor se pueden destacar su coloración y forma de sus flores, que recuerdan a la cresta de un gallo, su pigmento que sirve para teñir telas y su uso medicinal que por sus particularidades sirve como antitusígena, anticaspa y cicatrizante, a su vez, su madera es utilizada para la confección de instrumentos.

En la Ciudad podemos encontrar algunos ejemplares para apreciar en el Jardín Botánico y el Parque Tres de febrero ubicado en Palermo, la Plaza Lavalle y el Parque Carlos Thays, en Recoleta, el Parque de la Ciudad en Soldati, Parque Centenario y otros espacios públicos y áreas verdes.