Martes 15/11, 16 hs - Galería Güemes - Cupo 20 personas - A cargo de: Arq. Delfina Patrón Arrussi - Se suspende por lluvia.
Inscribite el 11-11
Miércoles 16/11 - 16:30 hs - Barranca Plaza San Martín -
Cupo 30 personas - A cargo de: Arq. Néstor Zakim y Arq. Mónica Sanjurjo - Se suspende por lluvia.
Inscribite el 11-11
Viernes 18/11 - 15:30 hs - Basílica Santa Rosa de Lima - Cupo 30 personas - A cargo de: Guía de turismo Daniel Vega - Se suspende por lluvia -
Inscribite el 11-11
Miércoles 23/11, 16:30 hs - Barranca Monumento a Mitre - Cupo 30 personas - A cargo de: Guía de turismo Daniel Vega - Se suspende por lluvia -
Inscribite el 18-11
Miércoles 23/11, 16:30 hs - Chalecito Díaz -
Cupo 20 personas - A cargo de: Arq. Néstor Zakim y Lic. Sandra Cafarelli - Se suspende por lluvia -
Inscribite el 18-11
Solo podrá asistir
quien haya
completado la
inscripción.
Historia de la
Galería Güemes
La Galería Güemes, al
igual que otras Galerías de fin del siglo XIX y principios
del XX, fue concebida al estilo de los grandes espacios
europeos, que eran lugares de encuentro, de esparcimiento y
donde, además de las compras, sucedían acontecimientos
sociales; eran los predecesores de los actuales shoppings.
El edificio Galería
Güemes es considerado uno de los primeros rascacielos de
Buenos Aires con sus 87 metros de altura. Al
visitante de aquellos años lo sorprendía la variedad de usos
y funciones que albergaba en su interior. En el subsuelo un
teatro y un importante salón de eventos y restaurante. En la
planta baja la Galería con locales comerciales y variada
gastronomía. Desde el primer piso oficinas, y a partir del
6º nivel se encontraban los departamentos totalmente
amueblados que se alquilaban temporalmente. Al llegar al
piso 14º se encontraba uno frente a la confitería que tenía
vistas a la ciudad y donde sonaban los acordes de una
orquesta que tocaba desde un balcón interno del salón.
Cuatro niveles más arriba el mirador, punto más alto de la
ciudad durante varios años con una vista única de 360 grados
en pleno centro de la ciudad.
Todo ello acompañado
por alardes técnicos como ascensores capaces de recorrer 140
metros en 60 segundos, sistemas contra incendios que
bombeaban hasta 24 mil litros por hora y que eran activados
a través de alarmas eléctricas ubicadas en la planta baja y
los subsuelos. Los distintos sectores contaban con
refrigeración, calefacción y ventilación forzada, y hasta
fue comidilla por indiscreto el tablero luminoso que
informaba acerca de la ocupación de las oficinas.
Un sistema de tubos
neumáticos servía de correo interno del edificio.
No menos impacto causó
la combinación de iluminación natural y artificial de la
bóveda y la broncería del pasaje, o los detalles de
broncería de los escaparates y de las puertas de los
ascensores.
El teatro contaba con
butacas montadas sobre una losa de hormigón armado que, a su
vez tenía apoyo pivotante capaz de cambiar la pendiente de
la sala.
El conjunto causaba una
impresión verdaderamente futurista teniendo en cuenta que
corría el año 1915.
Los promotores de la
obra fueron los salteños Emilio San Miguel y David Ovejero,
dueños de gran fortuna y propietarios de la casona de 1830
que había en el terreno sobre Florida. Al principio se pensó
en realizar la obra tan sólo sobre esta calle, pero luego se
sumó al proyecto el Banco Supervielle, propietario del lote
que miraba a San Martín. Se optó entonces por un
edificio-pasaje que conectara ambas calles mediante una
Galería de 116 metros.
El emprendimiento fue
encomendado al arquitecto italiano Francisco Terencio
Gianotti. La Galería Güemes fue considerada una de las obras
cumbres de Art Noveau.
La construcción comenzó
en 1913, y debió afrontar no pocos problemas, pues sus
propietarios quedaron en bancarrota por el costo de la obra
que subió de 10 a 15 millones de pesos fuertes, situación
agravada cuando un submarino alemán hundió el barco que
traía los mármoles italianos para la fachada sobre Florida y
otros costosos elementos para su terminación.
El nombre del edificio,
rinde homenaje al máxime héroe de la provincia de Salta,
General Martín Miguel de Güemes. El 15 de Diciembre de 1915,
la inauguración fue organizada por el Círculo de la Prensa y
a ella asistieron el Presidente de la Nación Dr. Victorino
de la Plaza (de origen Salteño), otras autoridades y
descendientes del General Güemes.
Basílica Santa
Rosa de Lima
La Basílica Santuario
Nacional de Santa Rosa de Lima es un templo católico
(inaugurado en octubre de 1934) que se encuentra en el cruce
de la Avenida Belgrano con la calle Pasco. Fue obra del
arquitecto Alejandro Christophersen, quien le dio un estilo
que él catalogó como "románico-bizantino de Perigord"
habiéndose inspirado en la Catedral de Saint Front en
Perigueux, Francia. Esta elección se debió, en parte, a que
fue voluntad de sus principales donantes, como María Unzué
de Alvear.
La cúpula está
sostenida por 18 columnas de mármol Cipollino griego de
tonalidad verde, haciendo juego con los zócalos y frisos
revestidos en mármol Tynos. Destinada a recibir un fresco en
su bóveda, originalmente fue de revestimiento de piedra. La
cúpula termina en una linterna en forma de torre que provee
de luz al templo. También las pilastras y columnas de sostén
de las galerías y el coro fueron realizadas en Cipollino.
El Chalecito
En plena avenida 9 de
Julio, en la cima del edificio ubicado en Sarmiento al 1113
se alza una de las curiosidades porteñas que más sorprende:
un chalet. Un chalet de estilo marplatense, pero ubicado en
el techo de una de esas construcciones típicas del
microcentro.
Hacia fines del siglo
XIX, Rafael Díaz, un joven inmigrante que después de haber
trabajado de mozo era vendedor en una mercería de la calle
Chacabuco, trabajaba todo el día y dormía junto al mostrador
del negocio o sobre él. Pasaron los años, y Díaz, con su
esfuerzo, escaló la pirámide social y se convirtió en el
dueño de una mueblería que ocupaba el edificio de Sarmiento
1113/17. En 1927, la frutilla del postre: inauguró un chalet
–similar a uno que había visto en la Mar del Plata de la
belle époque– construido en la azotea o, para que suene más
glamoroso, en la cima: dos plantas (más de 200 metros
cuadrados) y altillo. Un chalet algo raro, sobre todo por su
ubicación. Las razones son prosaicas: Díaz vivía en Banfield
y viajaba en tren hasta el centro todos los días; no podía
volver a su casa cada mediodía para comer y tirarse un rato.
En el chalet, su segundo hogar, pudo almorzar y dormir la
siesta. Por las noches, volvía a Banfield en tren.
Carlos Davis
Fuente:
Programa
Miradores de Buenos Aires - Sitio Oficial Galerías Güemes -
Diario Clarin - Notas de archivo propio