Marziotta señaló al medio de
la
Asociación de Medios
Vecinales que “En
la Ciudad la gente tiene
miedo de salir de noche, el
miedo a la inseguridad no
reconoce barrios. No
obstante se puede observar
que ciertos sectores de la
ciudad con áreas calientes
se mantienen constantes a lo
largo del tiempo, donde se
concentraron los robos,
siempre es en los mismos
lugares. Los datos oficiales
son viejos, del 2019 y solo
toma ciertos delitos.
Entonces ¿cual es la
funcionalidad del mapa?”
Aun cuando la Ciudad de
Buenos Aires desde 2016
cuenta con un presupuesto
ampliado y es una de las
jurisdicciones con más
efectivos policiales por
habitante del mundo, la
información y estadísticas
es muy incompleta.
Los legisladores también
expresaron lo que hoy NO
muestra el “mapa del delito”
de la Ciudad”
1.-
Solo publican datos de
delitos contra la propiedad,
homicidios y lesiones en
siniestros viales,
ocultando, de esta manera,
las violencias de género,
los abusos sexuales, las
lesiones dolosas, y delitos
tales como los apremios
ilegales y torturas
perpetrados por la
institución policial.
“La priorización de
determinados delitos contra
la propiedad denota un
desinterés por otros delitos
que diariamente se cobran
vidas de mujeres, miembros
del colectivo LGBTI+, niños,
niñas, adolescentes tales
como los delitos contra la
integridad sexual y contra
las personas en general”,
expresaron
2.-
La información no se publica
con la periodicidad
necesaria: el último dato
disponible es de diciembre
de 2019. Los pocos delitos
de los que hay datos se
desagregan según la
localización del incidente
(por barrio y comuna), pero
no es posible distinguir
víctimas e imputados según
género o grupo etario, ni
contar con información
acerca de las circunstancias
de los hechos
3.-
En cuanto a la tasa de
denuncia: los datos del
último estudio del
Observatorio Gente en
Movimiento -realizado en el
mes de agosto del 2020-
permiten determinar que sólo
uno de cada tres delitos es
denunciado en la Ciudad de
Buenos Aires: del total de
información que provee la
encuesta realizada, el 26%
de los delitos se denuncian
en comisarías, y un 11% se
denuncian a través del 911.
Además de esta ‘cifra negra’
de delitos no denunciados,
es necesario destacar que en
muchas ocasiones aún cuando
los vecinos se acercan a
realizar la denuncia, la
policía desestima o
desalienta la denuncia con
algunas prácticas
tristemente habituales
(entre las más comunes, está
el hábito de no registrar la
denuncia alegando que no es
la comisaría en la que se
debe radicar). Todo esto
permite confirmar la baja
representatividad de los
datos publicados para
explicar el fenómeno
delictivo en la CABA y la
pertinencia de pensar en un
mapa participativo como
herramienta complementaria.
Hacia un mapa participativo
del delito en CABA
Por lo expuesto, es
necesario pensar en un mapa
del delito para la CABA que,
en contraste con las
limitaciones graves que
tiene el de la actual
gestión, procure tener las
siguientes características:
1) Que cuente con
información actualizada.
2) Que presente
toda la información
relevante: Es necesario
que se publique información
al menos sobre los delitos
que cuentan con una
relevancia particular: los
principales delitos contra
las personas (homicidios
dolosos y lesiones dolosas),
contra la integridad sexual
(abuso sexual simple, abuso
sexual con acceso carnal),
contra la libertad
(amenazas, privación
ilegítima de la libertad),
contra la propiedad (robos y
hurtos), etc.
3) Que brinde
información desagregada:
conocer en qué
circunstancias ocurren los
delitos y las situaciones de
violencia permite diseñar y
evaluar políticas ajustadas
a los fenómenos realmente
existentes: conocer
información estadística
sobre las víctimas y los
imputados (género, grupo
etario, pertenencia o no a
una fuerza de seguridad, qué
vínculo existe entre ellos)
permite comprender más
cabalmente cuáles son las
lógicas que subyacen a las
dinámicas delictivas e
intervenir de forma más
adecuada.
4) Que se
encuentre contextualizado:
la información estadística
debe analizarse teniendo en
cuenta una serie de pautas
contextuales sin las cuales
los datos no aportan
demasiado. Por ejemplo: la
incorporación de valores
expresados en tasas además
de en términos absolutos
permiten dimensionar los
valores presentados, además
de habilitar la comparación
con otras jurisdicciones; la
inclusión de una serie
histórica permite ver la
progresión de un fenómeno y
su comportamiento a lo largo
de los años; el dato acerca
de la tasa de denuncia
permite comprender la
incidencia de la llamada
‘cifra negra’ para un tipo
delictual particular; etc.
5) Que contemple
otras fuentes de información:
el cruce de información con
otras fuentes para completar
y complementar la
información presentada es
fundamental para que la
estadística que se publica
sea lo más completa posible.
En particular, esto
involucraría -por ejemplo-
incorporar los datos que
provienen de denuncias al
911 que constituyen una
porción relevante del
universo total de delitos
que se denuncian (con las
salvedades del caso y las
limitaciones y
potencialidades de este tipo
de sistema de emergencia), e
incorporar la información
que provee el Sistema
Nacional de Información
Criminal (SNIC) en relación
a lo relevado por las
Fuerzas Federales de
Seguridad en el territorio
de la CABA.
Por su parte, las encuestas
de victimización y
percepción de seguridad
también constituyen un
insumo importante que
permiten determinar la tasa
de denuncia de cada tipo de
delito o incidente,
determinar los niveles de
victimización y la
percepción de seguridad de
la ciudadanía. En la Ciudad
de Buenos Aires, la Ley
2.593 contempla la
realización de Encuestas de
Victimización para abastecer
al Sistema de información
para la Prevención
Comunitaria del Delito y la
Violencia (SIPREC), si bien
esta encuesta no se realiza
desde el año 2010.
6) Que sea
participativo: el acceso a
la información, y la
participación y colaboración
en su confección se
consideran como fases
sucesivas, recurrentes e
interdependientes en los
procesos de involucramiento
y empoderamiento cívico.
El acceso y aprovechamiento
de los datos por parte de la
sociedad como estrategia
central de un esquema de
gobierno abierto puede dar
origen a usos innovadores de
la información y a servicios
que las instituciones del
Estado no tienen capacidad
ni obligación de
proporcionar
Además, la creación de un
canal a través del cual la
ciudadanía pueda expresar su
voz y sumar información
respecto a estas temáticas
podría aprovecharse como una
oportunidad para generar
espacios de evaluación y
auditoría ciudadana respecto
del accionar de las
instituciones y, en
particular, de las fuerzas
de seguridad.
Esto sería particularmente
útil, no sólo para evaluar
el accionar policial y la
confianza de la población en
las instituciones de
seguridad, sino también para
visibilizar problemáticas
delictivas que tienden a ser
invisibilizadas por las
lógicas propias del
engranaje policial, como la
violencia institucional y la
violencia de género.
Incrementar la
transparencia, los
mecanismos de rendición de
cuentas, recuperando la
“voz” de la ciudadanía,
resulta central para mejorar
nuestras instituciones en
general y, en este proceso,
la institución policial no
puede ser una excepción,
siendo necesario trabajar
fuertemente para abandonar
determinadas prácticas
permeadas por la corrupción
y las lógicas patriarcales
que se siguen cobrando las
vidas de las mujeres, niños
y niñas y comunidad LGBTI+.
Fuente:
Asociación
Civil de Medios Vecinales