El arte reacciona contra el racismo y dispara debates
El Arte y la
Censura
24/06/2020
- El antiguo debate acerca de si es posible enjuiciar la historia
del arte a la luz de la sensibilidad contemporánea resurgió luego de
que una plataforma de streaming retirase de catálogo el film "Lo que
el viento se llevó" por su visión racista y esclavista, lo que
divide opiniones entre especialistas consultados por Télam, que lo
han tildado como desde un gesto simbólico pleno de sentido hasta una
nueva inquisición, pasando por una eficaz estrategia de marketing. El debate generó posturas disímiles luego de que HBO cancelara la
película de 1939 protagonizada por Vivien Leigh y Clark Gable.
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La polémica
actual se inició cuando el guionista John Ridle escribió un
artículo donde señalaba que el filme omite "los horrores de
la esclavitud" y "perpetúa los más dolorosos estereotipos de
la gente
de color". Es
importante definir el contexto en el que estos dichos fueron
vertidos: fue en el marco de la consigna "Black Lives Matter". |
"Black Lives Matter"
("las vidas negras importan" es un movimiento internacional
originado dentro de la comunidad afroestadounidense. Comenzó
en 2013 con el uso del hashtag #BlackLivesMatter en las
redes sociales, después de la absolución de George Zimmerman
por la muerte del adolescente afroamericano Trayvon Martin a
causa de un disparo
Como decíamos, Ridle realizó su
comentario en el marco de la consigna Black Lives Matter, un
grito de lucha que resurgió tras el brutal asesinato de George Floyd
en manos de la violencia policial, lo que desencadenó
multitudinarias manifestaciones contra el racismo endémico de
Estados Unidos, y que incluyó el derribamiento de estatuas erigidas
en honor de figuras esclavistas o colonialistas. Fue el comentario
de Ridley el que generó que HBO tomara la
decisión que está ahora en boca de todos.
"Me parece un gesto simbólico pleno de sentido, muy interesante e
importante. Las obras de arte no son 'correctas' o 'incorrectas'.
Son creaciones humanas densas de significados que se proyectan más
allá de su contexto original, más allá de las ideologías que
acompañaron su creación", dice a Télam Laura Malosetti Costa,
académica de la UNSAM e investigadora del Conicet.
"En medio de la indignación planetaria por los abusos y el odio
contra la población afrodescendiente me parece genial que una
plataforma diga "la bajo para que, la próxima vez que la veas, la
mires con otros ojos". Todo el mundo está hablando de esta
maravillosa película y la buscarán o piratearán, y ojalá muchos
jóvenes la miren por primera vez preguntándose por qué la bajaron, y
entenderán mejor su posición actual respecto de la del siglo XIX y
XX", agrega la curadora.
Un tanto más escéptico, el escritor, ensayista y curador Rafael
Cippolini dispara: "No les creo nada. Es una medida financiera: un
cálculo sobre la reacción de una probable opinión pública sensible.
Desde el siglo XVIII la estrella de eso que suele llamarse sistema
del arte es el espectador y cualquier acto de censura sería
subestimarlo. La antítesis de un espectador es un troll", sostiene.
Las opiniones, a priori, opuestas, han redundado de algún modo en
el mismo resultado: una eficaz estrategia de marketing que convirtió
a "Gone with the Wind", en los últimos días, en la película número 1
en alquiler y ventas en Amazon, y la quinta más vista en Appel
iTunes.
Según Cippolini, "censurar en todos los casos es la acción
desesperada de un status quo que deplora el conocimiento. Si no es
violencia lisa y llana es menosprecio masivo".
Es "una nueva inquisición", exclama Américo Castilla
(director de
la Fundación TyPA y ex secretario de Patrimonio Cultural) que no
sólo "crea una visión uniforme de la existencia, sin evidencias de
su pasado" sino que además "impide hacerse cargo de la complejidad
de los temas en cuestión. Es la pereza de asumir el riesgo de
pensar, la cobardía de dialogar y en cambio sumarse al tumulto",
recalca.
En esa misma línea, la docente, ensayista y crítica de arte Elena
Oliveras opina que "censurar el film realizado en 1939 no va a
cambiar la historia. En todo caso contribuiría a olvidarla,
fingiendo que la segregación nunca existió. ¿Se trata de una obra
racista? Sí, lo es. Pero tenemos que entender su contexto
histórico".
Para la crítica y curadora Eva Grinstein "es un disparate" quitar
de catálogo "una obra maestra del cine histórico y, como tal, una
herramienta valiosísima para entender mejor una época y sus
vicisitudes, incluyendo el aspecto del racismo. Retacear al público
masivo la posibilidad de informarse y construir una opinión de
aquella época es de una necedad total".
Según la historiadora y curadora Andrea Giunta, "retirar la
película es innecesario. Lo necesario son instrumentos para
deconstruir la forma en la que muchas obras, filmes, libros,
naturalizan el racismo, que está imbricado con las prácticas de la
vida cotidiana".
Para Giunta, autora de "Feminismo y arte latinoamericano", la
censura de obras no promueve un verdadero cambio en la conciencia en
las personas, "sin embargo, hay esculturas públicas que promueven el
racismo y la colonización. Se erigen a 'héroes' que llevaron
adelante genocidios y nadie debe ser obligado a verlas. Mi posición
es que deben retirarse de la vida pública y colocarse en un espacio
de acceso voluntario".
Giunta fue la curadora en 2004 de la controversial exposición de
León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta, artista reconocido por
sus permanentes críticas a la iglesia: "En aquella retrospectiva de
Ferrari advertimos desde un principio al público que algunas obras
podían herir su sensibilidad. Quién entraba lo hacía por su
voluntad. Por eso la misma justicia que cerró la exposición tuvo que
volver a abrirla".
Desde el punto de vista de Castilla, "el derrumbe de las estatuas
que glorifican a los mercaderes de esclavos en Gran Bretaña, a los
colonizadores españoles en Estados Unidos y a Cristóbal Colón en
muchos lugares del mundo, pone en conflicto la opción entre el
criterio de destrucción talibán de una obra y el supuesto predominio
del valor simbólico que esa estatua habría tenido al momento de su
construcción, que difícilmente sea el mismo pasado un tiempo".
Y prosigue: "La reacción grupal como forma de protesta frente a
un enemigo dominante puede tener buenas razones. Las acciones
masivas recientes contra el racismo pueden forzar cambios e influir
en los criterios judiciales, como el de la decisión publicada de la
Corte Suprema de Justicia en Estados Unidos, que detuvo la
restricción para los jóvenes inmigrantes", destaca Castilla.
Inevitablemente, el debate que abarca películas, monumentos y a
cualquier creación artística, se dirime además entre el hecho de que
pueda herir sensibilidades o el recordatorio resignificado de una
historia que no se desea repetir.
"Debemos distinguir la censura de las manifestaciones que
visibilizan el racismo larvado de nuestras sociedades (advierte Malosetti Costa). Sería distinto prohibir una película o quemar
todas las copias".
Y ejemplifica: "El monumento a Julio Roca en el microcentro ha
sido pintado, se reclamó se quite del espacio público, se juntaron
firmas, le han pegado carteles. Eso no es censura desde lo
'políticamente correcto' sino tomar el monumento como plataforma
para activar nuevas maneras de pensar y sentir respecto de la
masacre de las poblaciones originarias. Y el monumento sigue ahí
pero resignificado".