Floresta: nombre dado por Ordenanza N° 26.607 B.M. 14.288
UN BUSTO DEL
CANTANTE FUE EMPLAZADO EN LA ESTACIÓN SAN PEDRITO
Pujía y su
homenaje a Hugo del Carril
29/09/2015
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En la estación San Pedrito del Subte "A" fue emplazado un
busto de
bronce en recuerdo y homenaje al cantante, actor, director,
productor y guionista Hugo del Carril. La obra (que se
encara en el marco del Plan de Gestión
Cultural y Patrimonial) fue encomendada al maestro
Antonio Pujía, artista recomendado por instituciones de bien
público de la zona, vecinos y asociaciones de la Comuna 7
por su trayectoria y técnica impecable.
Hugo del Carril creció
en las calles del barrio, fue un vecino mas de la zona
durante años, ya que su casa se ubicaba a pocos metros de la
estación que luce hoy su busto, en San Pedrito 256.
La obra del maestro Pujía se
integró a la estación San
Pedrito, la cual cuenta ya
con dos trabajos del artista
Eugenio Cuttica: en tímpanos
se pueden ver “Luna con
Corona Blanca” y cuatro
retratos de personajes
famosos y representativos
del barrio de Flores (entre
los que se incluye el rostro
del cantante Hugo del
Carril).
Hugo del Carril inició su
carrera como actor de muy
joven y fue célebre por sus
actuaciones en las películas
“Los muchachos de antes no
usaban gomina” y “Las aguas
bajan turbias”. Trabajó en
cine con Eva Perón y su
versión de la Marcha
Peronista se hizo muy
popular, razón por la cual
sufrió persecuciones con la
Revolución Libertadora.
Pujía, de reconocida fama
nacional e internacional,
nació el 11 de junio de 1929
en Polia, Italia, fue
destacado por la Legislatura
como Ciudadano Ilustre de la
Ciudad de Buenos Aires y es
considerado uno de los
grandes escultores del país.
Es profesor nacional de
dibujo y profesor de
escultura. Se desempeñó como
jefe del taller de escultura
escenográfica del Teatro
Colón hasta 1970. Se
autodefine humanista: sus
obras tienen gran contenido
social al tratar tragedias
cotidianas como el hambre,
la injusticia y la miseria
y, por antítesis, la
libertad, el amor y la
familia.
El busto mide
aproximadamente 60
centímetros y es el
resultado de un arduo
trabajo que Pujía comenzó
armando bocetos y que
continuó con el pasaje a
yeso de un modelo preliminar
(realizado en plastilina)
para que fuera replicado en
bronce en una fundición.
Quizá el punto oscuro de la
historia haya sido el de la
inauguración de la obra. Una
ceremonia casi inexistente
por lo breve y por lo
"insípida", apenas una
formalidad. Seguramente
tanto Hugo del Carril como
el maestro Pujía merecían
otro marco, otro trato...