"Una partida de defunción
perteneciente a una persona
anotada como NN, muerta en
la misma fecha y en el mismo
domicilio, a causa de
heridas por armas de fuego,
fue la prueba que terminó
por confirmar los relatos de
los sobrevivientes",
explicaron y acotaron que
Grisonas "sigue desaparecida
mientras que sus dos hijos,
fueron llevados a Uruguay, y
luego a Chile, donde fueron
abandonados en una plaza de
Valparaíso, y luego
adoptados legalmente por una
familia de ese país".
Respecto de Ferrer, el juez
"dio por probado que comandó
el operativo, realizado el
14 de septiembre de 1976 en
un departamento del barrio
de Chacarita, en el que
fueron secuestrados Ana
María del Carmen Pérez
embarazada de ocho meses- y
Gustavo Adolfo Gayá, y fue
asesinada la esposa de este
último, Estela María Moya de
Gayá, mientras que el hijo,
de nombre Ernesto, de dos
años, fue llevado a la casa
de sus abuelos".
Los procesados se sumarán en
juicio al ex agente de la
SIDE Miguel Ángel Furci y
otros represores también
imputados por Rafecas por
los delitos cometidos en
"Automotores Orletti".
Pequeña semblanza sobre
Orletti
Bajo la fachada de un taller
de reparación de automóviles, fue
utilizado como base
principal de las fuerzas de
inteligencia extranjeras que
operaban en la Argentina en
el marco del Operativo
Cóndor, y por él se estima
que pasaron unos 200
detenidos, en su mayoría de
nacionalidad uruguaya.
Este centro constaba de dos
plantas. En la planta baja
existía un gran salón de 6 a
8 metros por 30 metros. Una
división baja separaba el
retrete (uno para treinta
personas) del lavadero. De
allí salía una escalera de
base de concreto y peldaños
de madera. El piso era de
hormigón, sucio de tierra y
grasa.
Gran cantidad de chasis de
autos, desparramados, le
otorgaba la apariencia de un
taller común de automotores.
Muchos automóviles
secuestrados iban a parar
alli. Orletti tenía un
tanque de agua grande con
una roldana arriba de donde
colgaban a los presos para
practicarle el "submarino".
En la planta alta
funcionaban una sala de
interrogatorios, otra de
torturas y una terraza donde
se colgaba la ropa a secar.
Los militares llamaban a ese
centro: "El Jardín".
Carlos Davis
Fuente:
Télam - Notas de archivo propio