Tal es el caso de
María Remedios del
Valle, una luchadora por
la emancipación de estas
tierras que llegó a la
vejez en la indigencia,
vendiendo pastelitos en
la plaza mayor, a pesar
de que el mismísimo
General Belgrano la
admitió en su ejército
(única mujer en alcanzar
este status)
confiriéndole el grado
de Capitana por su arrojo y
valor.
Su relación con la lucha
surgió en tiempos de las
invasiones inglesas,
cuando guardó las
mochilas de los soldados
del Cuerpo de Andaluces
que necesitaban aligerar
la marcha hacia los
Corrales de Miserere.
En julio de 1810
se sumó, junto a su
marido y sus dos hijos,
a las filas del Ejército
Auxiliar del Norte. Su
"rareza" no sólo pasaba
por ser la única mujer
del grupo, sino también
por tener una piel
renegrida como la misma
noche...
Se entrevistó con
Belgrano y le pidió
permiso para pelear en
las batallas que se
libraron en Tucumán, y
ante la negativa del
prócer decidió
desobedecerlo luchando
en la retaguardia, un
lugar un poco menos
visible. Su fama pronto
se extendió entre los
soldados, quienes
comenzaron a llamarla Madre de la Patria.
Belgrano terminó
siendo "derrotado" por
la tenacidad de esta
luchadora: fue la única
mujer admitida en su
milicia.
María Remedios perdió a
su marido y a sus hijos
bajo las balas enemigas,
a pesar de lo cual (o
precisamente por ello)
terminó destacándose en las
batallas de Salta, Vilcapugio y Ayohuma.
Fue tomada prisionera y
azotada casi hasta la
muerte. A pesar de esto
logró escapar para
volver a la lucha.
Cuando la revolución
triunfó, no se supo más
nada de ella. Alguno,
quizá, la haya
reconocido, encorvada y
mendicante, ofreciendo
pastelitos en la Recova
(hoy Plaza de Mayo),
con 60 años y pobre de
toda pobreza.
Para ser justos diremos
que el estado le rindió
un último
reconocimiento,
otorgándole un pensión
de vergüenza: 30 $
mensuales, cuando una
lavandera ganaba 20 $ y
el Gobernador
666 $.
No hubo un monumento en
su memoria, y para ser
francos, tampoco memoria
para quien fue sumergida
en el olvido. Tan sólo dos calles
la recuerdan, una
ubicada en la ciudad de
Mar del Plata y otra en
Parque Avellaneda (Calle
Remedios).
María Remedios del Valle
murió sola un 8 de
noviembre de 1847.