ESCRIBE LAURA
PIERRE, VECINA DE LA PLACITA CHE GUEVARA
Una historia
y un pedido
12/03/2009
- Laura Pierre,
vecina de la Placita "Che" Guevara (Ramón L. Falcón y
Diputado Benedetti), nos vuelve a contar historias
relacionadas con este espacio verde. En esta oportunidad nos
relata la relación construida con "Nico", una habitante de
la plaza, un perro atorrante, sin dueño conocido, que a
fuerza de atenciones esmeradas y un cariño permanente logró
recuperar su alegría y buen estado. Al mismo tiempo esta
historia sirve para hacernos reflexionar sobre el cuidado
del medio ambiente, del espacio público, del entorno
ciudadano que pareciera no ser de nadie cuando en realidad
es responsabilidad de todos nosotros...
 |
-"Abrirle la
puerta de casa a Nico, nuestro querido y adorado perro,
superó mi pensamiento racional de no querer tener mas
animales “por un tiempo”. Tener un perro implica una
responsabilidad. Es asumir el cuidado de un ser vivo por un
tiempo determinado (más allá de considerarlo o no como un
integrante más de la familia)"-. |
-"La plaza Ernesto Che
Guevara que limita con el
Pasaje Particular y las
calles Benedetti y Ramón L.
Falcón, es una fuente
inagotable de perros
abandonados de las maneras
más crueles: cachorritos
encerrados en cajas, bajo
los árboles y adentro del
arenero donde juegan los
chicos. Sí, adentro del
arenero para que algún chico
lo “descubra” y lo quiera
adoptar. También el Pasaje
Particular (que es un pasaje
sin salida), fue testigo de
perros dejados en el fondo
de la calle, atados a las
rejas de alguna casa, con el
mismo fin, abandonarlos.
Nico es el
cuarto perro que entra en casa. Lo encontré en la plaza,
acurrucadito bajo un poste de luz. Estaba flaco, puro hueso
y todo mojado por la lluvia, parecía enfermito. Pero fue el
único en quedarse ya que los demás fueron felizmente
ubicados.

El reunía,
para nosotros, todos los requisitos para tener un perro en
casa: no ladrar mucho pero al mismo tiempo ser guardián, ser
mimoso, no morder a los chicos, acompañarnos con su
presencia en las distintas partes de nuestra casa, no hacer
sus necesidades fisiológicas por cualquier lado, no romper
ni mordisquear los muebles y las cosas, no molestar a la
hora de la comida ... en fin!. ¿Le pedimos mucho a Nico, no?
Pero cumplió, y mucho más, él es nuestro “perro perfecto”.
Su único “defecto” es que es un perro de tamaño mediano casi
grande. El momento de mayor cuidado es cuando se para en dos
patas y nos abraza o nos quiere dar un beso, ahí nos
convierte en seres chiquititititititos a su lado.
Debe tener
según el veterinario, entre 4 y 5 años; se parece a un lobo,
su color té con leche y su pelo largo lo asemejan a una
mezcla de siberiano con .... vaya saber qué otra raza!!!
Pero no nos importa.
El 22 de
Agosto cumplió un año y algunos meses con nosotros. Hoy Nico
es un perro de mirada compradora, de pelaje reluciente, de
cola parada que brinda su compañía constante sin apabullar,
que duerme a los pies de la cama de los chicos (aunque a
veces lo hace sobre la misma) y que ya no escarba los
canteros para esconder la comida que le sobra, actitud que
delata algo de su vida en la calle.
El cuidado
responsable
Sacamos
a Nico a pasear con su correa y con una bolsita de plástico
de manera que no queden “rastros” de nuestro paseo por allí.
Por suerte, en la plaza Ernesto Che Guevara contamos con
numerosos cestos de basura que no nos dan tiempo a
preguntarnos “¿y qué hago yo con esto ahora?”.
Es tan simple
la acción y tan complejas sus consecuencias. Todos (niños,
jóvenes, adultos, abuelos) podemos seguir paseando a
nuestros perros y a la vez permitir que nuestros hijos
pueden disfrutar tranquilos de sus caminata sin que se les
quede pegado algún “recuerdo canil”.
Nos sentimos
vecinos, queremos ser parte del barrio y cuidarlo; por eso,
ser vecinos implica también tener la responsabilidad de
asumir que detrás de cada acción nuestra hay una
consecuencia, positiva o negativa... Sigamos con las
acciones positivas y erradiquemos las negativas que tanto
perjudican a cada vecino.
Laura Pierre