Luis, su
familia, y otra decena de trabajadores costureros (muchos de
ellos indocumentados) eran sometidos a agotadoras jornadas
de trabajo que se extendían desde las 7 de la mañana hasta
las once de la noche. Por cada prenda realizada (camperas)
cada trabajador recibe la exigua suma de 3,5 pesos. Los
trabajadores, además, eran obligados a vivir en el lugar en
condiciones deplorables de seguridad e higiene.
Según informó
La Alameda mediante un comunicado de prensa, “se dio cuenta
de la situación a la fiscalía antitrata (Unidades Fiscales
Especiales, UFASE) y a la Subsecretaria de Trabajo porteña
para que inmediatamente cese esta situación denigrante, se
clausure el taller, se rescate a las víctimas y se les
proporcione asistencia adecuada”.
El texto
continua diciendo: "La Alameda exige a las autoridades de
trabajo que de verificarse fácticamente esta situación, se
proceda a clausurar el taller e iniciar inmediatamente una
causa en Juzgado Federal por violación a la ley de
migraciones, de trabajo a domicilio, reducción a la
servidumbre, trata de personas y se haga extensiva la
imputación al dueño de la marca "Susana L" (sería una
persona de nacionalidad Coreana que tiene un local en el
Centro Comercial de la calle Avellaneda, y que tercerizaría
en el taller aludido parte de su producción) tal como lo
establece la 12.713 y en línea con el histórico precedente
que sentó el juez federal Sergio Torres en el caso del
taller de la calle Dean Funes 1760".
Rato después
del arribo de los representantes de La Alameda al lugar para
realizar el escrache anunciado, apareció un tal Alfredo
Ayala, quien se presentó como "representante de la comunidad
boliviana". Por medio de un celular pidió que le "mandaran
gente". Diez minutos más tarde comenzaron a arribar varios
grupos de personas hasta completar unos cien manifestantes.
Los hombres empezaron a hostigar a los representantes de la
Alameda, los cuales optaron por retroceder hasta su cede
distante unas dos cuadras. Mientras los manifestantes se
replegaban hasta Directorio y Lacarra, Gustavo Vera fue
brutalmente agredido.
Repudiamos
este nuevo ataque contra La Alameda y nos solidarizamos con
los ciudadanos agredidos en el hecho, los cuales, debido a
las heridas sufridas debieron ser atendidos en el hospital
Piñero.
Un vez más,
los que intentan evidenciar una situación aberrante haciendo
las denuncias correspondientes, reciben la violencia de los
bárbaros que actúan amparados por un contexto de impunidad
que mueve al asombro.
Carlos Davis
Fuente:
Agencia Rodolfo Walsh -
Infobae - Notifé - Crítica