MEGACAUSA CONTRA
CRÍMENES DE LA DICTADURA
Juicio oral
para represores
06/07/2008
- El juez federal
Daniel Rafecas dispuso que quince represores que actuaron en
los centros clandestinos de detención y tortura conocidos
como El Atlético, El Banco y El Olimpo sean llevados a
juicio oral en el transcurso del próximo año. Entre aquellos
a quienes se investiga por el secuestro
y desaparición de 200 personas figuran los conocidos Raúl
Guglielminetti, Samuel Miara, Roberto Rosa y Julio Héctor
Simón. Si bien hubo varios CCDTyE estos fueron en realidad
un único “centro que mutó de nombre y ubicación pero no de
detenidos, guardias y elementos de suplicio”.
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"El Atlético"
funcionó en Paseo Colón y Cochabamba hasta diciembre de
1977. Al construirse la autopista el "centro" se muda a
Ricchieri y Camino de Cintura constituyéndose "El Banco". A
partir de agosto de 1978 y hasta enero del año 1979 el grupo
de tareas que trabajaba en el Banco se traslada a Lacarra y
Ramón Falcón (El Olimpo) |
A través de los años
alrededor de 200 personas fueron detenidas ilegalmente,
torturadas y muchas de ellas desaparecidas en alguno de
estos centros clandestinos.
En la causa elevada a
juicio oral por el juez Rafecas se investiga la actuación de
quince personas que se encuentran acusadas de diversos
delitos de lesa humanidad.
Entre ellos los más
conocidos son
Guglielminetti, el
subcomisario
Miara, y
Simón (conocido como
“El Turco Julián”, aunque también hay otros nombres como:
Roberto Rosa (alias “Clavel”), Oscar Augusto Rolón, Raúl
González,
Juan Carlos Avena,
Eufenio Jorge Uballes, Eduardo Emilio Kalinec, Juan Carlos
Falcón, Juan Luis Donocik, Guillermo Víctor Cardozo, Eugenio
Pereyra Apestegui,
Enrique Del Pino y
Eduardo Taddei.
Según los dichos del
juez Rafecas referidos a las condiciones de detención que se
daban en los centros, “las formas de maltrato o
mortificaciones, los procedimientos coaccionantes, la
intensidad de los padecimientos, el trato cruel con fines de
menoscabo físico y psíquico, el completo aislamiento, la
violación de su dignidad y respeto a su condición esencial
de ser humano irían en una alarmante escala ascendente”,
donde “la variedad y cantidad de personas que dan cuenta de
las condiciones inhumanas de vida, los tratos degradantes y
la tortura muestran que no son meros ejemplos de un evento
aislado, sino que los centros clandestinos estaban
diseñados, desde su mismo levantamiento material, para
proporcionar ese trato de manera estructural y sistemática”.
La justicia se
encargará de decidir el grado de responsabilidad y
eventualmente la pena que le corresponde a cada uno de los
actores, de acuerdo a las normas penales que rigen nuestra
república, nuestro estado de derecho.
Carlos Davis