INVESTIGACIÓN DE
MABEL SAMPAOLO
El Corralón
de Floresta y su historia
21/07/2008
-
Convertido en la
actualidad en un foco de reencuentro cultural y social, el
Corralón de Floresta supo convertirse en un sitio
emblemático dentro de las distintas etapas históricas por
las que transitó nuestro barrio. Galpón donde se guardaban
los carros y caballos que servían para recolectar los
residuos de la zona, el lugar devino luego en un gran garaje
donde quedaban estacionados los "camiones recolectores".
Queremos a través de una apretada síntesis presentar un
exhaustivo trabajo de investigación realizado por Mabel
Sampaolo, vecina integrante de la Asamblea Barrial de
Floresta.
|
Aunque
cueste creerlo, Berlín y Buenos Aires eran por los años
'30 las ciudades más limpias de occidente. Este
reconocimiento se debía al trabajo
metódico que realizaban, día a día, los recolectores de
residuos, los llamados “mussolinos”, hombres humildes
mayoritariamente de procedencia italiana.
|
Estos
basureros vaciaban los "tachos" de basura que las familias
dejaban en la vereda sobre una especie de fuentón con
manijas. Cuando el Fuentón estaba lleno lo volcaban sobre el
carro que generalmente los esperaba en las esquinas.
El carro era tirado por
robustos caballos, los llamados "percherones", que
normalmente eran empleados como "auxilios" para sacar las
carretas que quedaban atascadas en el barro de alguna calle,
en especial cuando el Maldonado crecía y convertía al barrio
en un lodazal.
Tanto los carros como
los caballos que tiraban de ellos necesitaban de un galpón
donde ser guardados, de un lugar donde los veterinarios
pudieran tratar a los animales enfermos o heridos y los
mecánicos y carpinteros reparasen las magulladas carretas.
En nuestro barrio, el
predio elegido había sido el limitado por
las calles Gaona,
Sanabria, Morón y Gualeguaychú. Por aquel entonces (1911) la
manzana era propiedad del Sr. Rígoli quien se la vende a la
Municipalidad de Buenos Aires, la cual usa el lugar para
almacenar adoquines y materiales que se utilizaban en la
consolidación de las maltrechas calles porteñas. Al poco
tiempo el Corralón adquiere su destino definitivo: servir de
guarda y cobijo a los carros de los basureros y a sus
esforzados caballos.
Los veterinarios
atendían con un esmero que excedía lo puramente profesional
a los animales enfermos. Uno de los ayudantes que colaboraba
en el tratamiento de los percherones era el Sr. Mangieri,
padre de nuestro poeta, editor y conocido vecino.
En las primeras décadas
del siglo, el Corralón se constituye así en una fuente de
empleo y de ayuda social, un lugar donde se escuchan y
entrelazan voces con distintas lenguas, en un espacio que se
está poblando de significado para un barrio que, sin
saberlo, comenzaba a perfilar una identidad propia,
singular, distinta a la del Flores que lo vio nacer.
Con los años y el
progreso, la tracción a sangre fue prohibida en la ciudad.
Los carros y carretas dejaron su lugar, entonces, a los
camiones recolectores.
El lugar no fue ajeno a
las luchas sociales. Hubo huelgas duras en el comienzo de
los años '60. El predio y su gente vieron aparecer a los
primeros movimientos que buscaban privatizar el tema de la
basura. Los vecinos, mientras tanto, comienzan a realizar
las gestiones tendientes a lograr la mudanza del Corralón.
El ruido, las condiciones
sanitarias y la posibilidad de ganar un espacio verde los
impulsa. En 1965 el Intendente Dr. Francisco Rabanal firma
su traslado al predio de Lacarra y Roca, sin embargo el
retiro demandó varias décadas de luchas y tratativas.
Durante los años de la
dictadura varios trabajadores del Corralón son secuestrados.
El más conocido es Maurico Silva, el cura barrendero, en
honor a quien la Legislatura instituye el 14 de junio (día
de su secuestro) como el día del barrendero. También
desaparecen Julio Goitía y Nestor Sammartino.
En el año 2000 el nuevo
Código de Planeamiento Urbano establece que el lugar debe
destinarse en un gran porcentaje a una urbanización Parque.
La empresa Solurban continúa manteniendo bajo su control el
Corralón, pero una pequeña fracción, la correspondiente a
Gaona y Gualeguaychú, es destinada a paseo de juegos. En el
lugar se inaugura en el año 2004 una escultura que conmemora
a "Los chicos de Floresta", Maxi, Christian y Adrian.
Los vecinos,
representados mayoritariamente por la Asamblea barrial de
Floresta, continúan la lucha por la recuperación del espacio
y por la construcción de una escuela media en el predio,
sueño que finalmente materializan en el mes de abril del
2008.
Carlos Davis