EN CONTRA DE LA
MODIFICACIÓN DE TRABAJO DOMICILIARIO
Escrache por
trabajo esclavo
25/02/2008
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El
viernes pasado se realizó un escrache organizado por La
Alameda y la Unión de Costureros en la sede de la Cámara
Argentina
de la Indumentaria de Bebés y Niños (Caibyn). La medida se
llevó a cabo en repudio a la ley que pretende legalizar la
esclavitud en los talleres clandestinos. De llevarse a cabo
las variantes sobre la ley que regula el trabajo a domicilio
(solicitadas por los dirigentes de las grandes marcas de
indumentaria), las empresas
no serían responsables
por las condiciones de higiene, seguridad y trabajo de los
talleres en los cuales tercerizan su producción.
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La semana
pasada los líderes empresariales de la indumentaria, Ignacio
De Mendiguren (Cámara de la Indumentaria) y Víctor Hugo
Benyacar (Cámara Argentina de la indumentaria de Bebes y
Niños) reconocieron públicamente ante el Ministro de
Economia que el 78 % de la industria que ellos explotan está
en negro. |
Eufemismo con el que admiten
que basan su producción en
talleres clandestinos donde
abunda el trabajo esclavo,
la explotación de menores e
indocumentados y la trata y
el trafico de personas.
Después de dos
años de lucha, la Alameda demostró y denunció ante el
juzgado Federal, junto a la Defensoría del Pueblo primero y
la Subsecretaria de Trabajo después, que 85 marcas basan su
producción en esta inhumana modalidad laboral que viola los
más elementales derechos humanos y laborales.
La ley de
trabajo a domicilio (12.713) hace responsables a las marcas
por las condiciones de trabajo de los talleres donde mandan
a confeccionar sus prendas. Abiertamente De Mendiguren y
Benyacar hacen apología del delito confesando que la mayoría
de su industria está en la clandestinidad.
La causa
fundamental de esta infame situación que esclaviza a más
cientos de miles de costureros en todo el país, radica en la
perversa distribución de los costos dentro de la cadena de
valor.
Por cada
prenda que se vende a $ 100 en un comercio, el taller recibe
apenas $ 3,25 y el costurero que la confecciona $ 1,87. El
costo de la materia prima oscila entre los $ 11 y $ 14. Esto
significa que el costo total de la confección de la prenda
nunca supera el 16 % del precio final de la prenda.
Descontados los $ 22 de impuestos y los $ 10 de alquiler,
las marcas se llevan limpio $ 52, más de la mitad del valor
de la prensa, mientras el taller se lleva menos del 4 %. En
estas condiciones, todos los talleres están condenados a la
precarización.
Lejos de
pensar en redistribuir la torta dentro de la cadena de valor
y en cumplir con lo que establece la ley de trabajo a
domicilio, los empresarios ahora pretenden naturalizar la
superexplotación en los talleres clandestinos, presionando a
derogar la ley 12.713, que ellos abiertamente violan.
Lamentablemente, el Ministerio de Trabajo en lugar de
investigar y sancionar a los que no cumplen la ley, los
premia prometiéndoles que derogara la misma y presentará una
nueva ley de trabajo a domicilio.
Benyacar,
presidente de CAIBYN, ha presentado una propuesta de ley
nefasta que cuenta con el visto bueno de todos los sectores
empresarios de la indumentaria. Este proyecto pretende: 1)
Desligar toda responsabilidad de las marcas respecto a los
talleres donde confeccionan sus prendas; 2) Que la
estructura de costos se rija por la oferta y la demanda, o
sea, que todo siga igual en el reparto de la torta; 3)
Convertir al taller en monotributista y en trabajo eventual
dejando en banda a los costureros en períodos de baja
temporada; 3) Eliminar la indemnización y reemplazarla por
un subsidio miserable para el costurero, 4) No hacerse
responsable por los costureros que estén en negro en cada
taller; 5) Que los inspectores de Trabajo se conviertan en
"asesores" de los talleres "aconsejandoles" los pasos de
habilitación.
Con este
proyecto un taller clandestino donde los costureros tengan
radicación precaria y monotributo, pasará a ser un taller
"en blanco". Si practica la trata y el tráfico, si la
jornada laboral se extiende hasta el infinito, si están
encerrados sin poder salir del taller, etc., no tendrá
ninguna importancia para la marca que ya no es responsable
por los mismos.
Las
consecuencias de este proyecto son nefastas:
1.
Multiplicará los talleres clandestinos por todos el país que
jugaran al truco con las inspecciones con una simple
radicación precaria y la inscripción como monotributista;
2. Las marcas
no modificarán la perversa estructura de costos y seguirán
llevándose más de la mitad de la ganancia;
3. Las
fábricas en blanco despedirán personal en masa porque será
"más barato" tercerizar en talleres clandestinos que
fomentar el trabajo bajo convenio. En una palabra: se
legalizaría la esclavitud.
Tal es la
razón por la cual, la Alameda y la Unión de Costureros ha
resuelto un plan de lucha en defensa de la ley de trabajo a
domicilio. Comenzamos escrachando a los autores ideológicos
de la nefasta idea de legalizar la esclavitud, que son los
directivos de CAIBYN.
Gustavo Vera
Presidente de la Fundación La Alameda