Orletti (parte fundamental
del Plan Condor) había
funcionado bajo la
dependencia del Ejército
Argentino en conexión con
Ejército Uruguayo. Los
interrogatorios que se
llevaban a cabo en este
local eran dirigidos por
personal dependiente de la
Superintendencia de la
Policía Federal.
Este Centro Clandestino de
Detención Tortura y
Exterminio funcionaba en un
antiguo taller mecánico que
tenía un cartel en el frente
que decía "Automotores
Orletti". Había una puerta
grande con cortina metálica
de enrollar y a la izquierda
una puerta blindada con
mirilla. La consigna emitida
para entrar era "Operación
Sésamo".
Este centro constaba de dos
plantas. En la planta baja
existía un gran salón de 6 a
8 metros por 30 metros. Una
división baja separaba el
retrete (uno para treinta
personas) del lavadero. De
allí salía una escalera de
base de concreto y peldaños
de madera.
El piso era de hormigón,
sucio de tierra y grasa.
Gran cantidad de chasis de
autos, desparramados, le
otorgaba la apariencia de un
taller común de automotores.
Muchos automóviles
secuestrados iban a parar
alli.
Orletti tenía un tanque de
agua grande con una roldana
arriba de donde colgaban a
los presos para practicarle
el "submarino". En la planta
alta funcionaban una sala de
interrogatorios, otra de
torturas y una terraza donde
se colgaba la ropa a secar.
Los militares llamaban a ese
centro: "El Jardín".
Baldosas por la Memoria
Es un proyecto que surgió a
los 30 años del golpe
militar desde el movimiento
de Barrios x Memoria y
Justicia.
El sentido de esta práctica
es el de dejar marcado (en
un lugar de público acceso
como son las veredas) el
sitio donde vivió y luchó un
compañero desaparecido
durante los tiempos de la
dictadura militar, o, como
en este caso, indicar de
manera visible el lugar
donde el estado cometía sus
más bárbaros crímenes.
Las baldosas por la memoria
buscan llamar la atención,
recordar, tomar conciencia,
señalar, en definitiva
eternizar el recuerdo de un
horror que no debe volver a
repetirse, nunca más.
Carlos Davis