Uno de
esos establecimientos pertenece a nuestra geografía
barrial.
El Café Bar "El Tokio" de Alvarez Jonte 3550 está
reconocido como uno de "los notables" para orgullo de
todos los vecinos.
Ahora, un proyecto
propone declararlo "Sitio de Interés Cultural" y colocar
en sus paredes una placa que testimonie dicha categoría.
Hace casi tres años
atrás tuvimos el placer de contactarnos con uno de sus
dueños, Ángel Álvarez, quien con gran amabilidad nos
relató partes de
su historia...
El Tokio
El Café Bar “El
Tokio” abrió sus puertas allá por 1930, creemos que el
23 de Abril de 1930, aunque no tenemos documentos
fehacientes que avalen esta afirmación.
En 1950 llegó a
Buenos Aires, un joven inmigrante oriundo de Galicia
(España); su nombre, Jesús Feas Albor, quien empezó a
trabajar en el Café como lavacopas y al cabo de algunos
años y después de mucha dedicación y esfuerzo, adquirió
el Café-Bar y trabajó en él durante 50 años. En el año
2000 y a causa de su cansancio y enfermedad decidió
darlo en alquiler. Lo tomó entonces un amigo, que era
habitué del Café desde hacía muchos años, al igual que
nosotros, y desafortunadamente a fines del año 2004
debido a un fracaso económico, debió abandonar su
proyecto y entregar el local a los herederos de Jesús,
porque lamentablemente, nuestro querido gallego (así lo
llamábamos todos), había fallecido.
El estado en el que
había quedado el local era lamentable. Después de largos
años sin mantenimiento, el deterioro del lugar era tan
grande, que no parecían existir candidatos dispuestos a
hacer una gran inversión para volver a poner en
funcionamiento a nuestro querido Café, y eso siempre y
cuando los herederos estuvieran dispuestos a volver a
darlo en alquiler. El destino del Café estaba marcado,
desaparecía como tal y seguramente se convertiría en
departamentos de propiedad horizontal o en un local
comercial de otras características.
Se notaba la
tristeza y la amargura que había en todos nosotros,
habitués del Café, y también entre los viejos vecinos
que estaban acostumbrados a tener en su esquina aquel
recinto por el cual habían pasado tantos y tantos
amigos. El destino ya lo había decidido, se terminaba
ese lugar de encuentro. No estaría más el Café, no
tendríamos más ese lugar de reunión en el que habíamos
hecho tantos amigos, y en el que habíamos pasado tantas
horas de alegrías y también de tristezas. Lugar donde
soñamos tantos futuros, donde nos alegrábamos si los
demás estaban alegres y nos entristecíamos si alguno
estaba triste. Lugar donde recibíamos a las generaciones
más jóvenes y donde padecimos la partida para siempre de
tantos amigos...
Así estaban las
cosas, hasta que a Jorge Espasandín se le ocurre la idea
de rescatar o tratar de rescatar a nuestro “Tokio”, y me
propone que lo hagamos juntos ya que, según él, yo era
un elemento aglutinante al que la mayoría de la gente
apreciaba y respetaba. Esto mismo me manifestaban
también algunos de los históricos concurrentes, así fue
que lo medité un tiempo y finalmente decidí aceptar el
desafío.
No fue fácil, lo
tomé como una responsabilidad, y yo tengo un sentido
exacerbado de la responsabilidad, sabía que eso podía
traerme alguna complicación, pero le dimos para adelante
y empezamos la tarea. Jorge y su hijo Emiliano son
arquitectos, así que teníamos la mitad de la carrera
ganada en cuanto las reformas y a todo lo que atañe a lo
edilicio. Faltaba otra cuestión, la familia de Jesús.
¿Estarían dispuestos a alquilar el local nuevamente?.
Para hacerlo cortito, la esposa y los hijos del Gallego
nos manifestaron que a los únicos que volverían a
alquilarles el local, sería a nosotros dos. Esto habla
bien de nosotros, y lo digo con mucho orgullo. Lo que
sigue es todo historia, la reforma, la recreación de
aquel Café del ´30, manteniendo todo aquel estilo, su
barra, su frente-bar, sus mesas y sus sillas, su gran
puerta-ventanal, y sobre todo su espíritu.
Bueno, allí está
para todos los que quieren al Café-Bar “El Tokio”, que
hizo una especie de reinauguración el día 25 de Febrero
del 2005. A partir de ese momento hemos cosechado
cantidad de nuevos y jóvenes amigos, en especial Rubén y
su señora esposa Ale. Además debo decir que hemos tenido
el altísimo honor de que la Secretaría de Cultura del
Gobierno de la Ciudad, lo haya nombrado “Bar Notable de
la Ciudad de Buenos Aires”. Con esto han quedado
nuestras expectativas por demás satisfechas, ya que
estas no han sido nunca económicas. Ni Jorge ni yo
teníamos necesidad de buscar un nuevo trabajo, porque ya
hemos trabajado toda nuestra vida, con resultados
positivos por cierto. Ojalá todos pudieran comprender
esto, le haría muy bien al Café-Bar “El Tokio”.
¿Qué es lo que
esperamos del Tokio a partir de ahora?. Que sea un lugar
de encuentro y no de desencuentros, de alegrías y no de
tristezas, un lugar donde se cosechen nuevos amigos, que
la cultura tenga un lugar destacado, que se convierta en
un lugar donde todos podamos ser un poco mejor todos los
días.
Yo creo que la
semilla está plantada, depende ahora de que todos
nosotros nos dediquemos a regarla para que pueda
germinar y convertirse en una planta fuerte y vigorosa.
Fuente:
Prensa Legislatura
Testimonios de Angel Alvarez