Floresta: nombre dado por Ordenanza N° 26.607 B.M. 14.288
UN "INVENTO"
ARGENTINO NACIDO EN FLORESTA
El colectivo
cumplió 79 años
26/09/2007
-
Fue un lunes 24 de setiembre de 1928
cuando partió el primer "colectivo" de la esquina de Lacarra
y Rivadavia. El servicio nació de una necesidad laboral, ya
que los propietarios de los autos de alquiler veían como el
servicio de tranvías prácticamente los había dejando sin
clientes. Las tarifas de los "taxis" eran relativamente
caras comparadas con el precio de los pasajes en tranvía.
Surgió entonces la idea de que varios usuarios compartieran
un mismo coche dividiendo gastos. De tal forma los primeros
taxis colectivos comenzaron a circular por la avenida
Rivadavia.
La historia cuenta que los
apesadumbrados taxistas se
reunían en un cafetín de
Carrasco y Rivadavia a
rumiar penas, compartir
preocupaciones y a buscar
(¿pero de que manera?,
¿cómo?) una posible salida o
solución a la crisis laboral
que los estaba llevando
lentamente a la pobreza, por
no decir a la ruina.
Entre los cabecillas de
aquellas tertulias figuraban
José García Gálvez, español
naturalizado argentino y ex
chofer de Jorge Newbery;
Rogelio Fernández, quien
años después correría en TC,
Pedro Etchegaray; Manuel
Pazos: Felipe Quintana;
Antonio González y Lorenzo
Porte.
Tras pensar y repensar,
surge una idea algo alocada
que finalmente terminaría
siendo revolucionaria:
ofrecer a los gritos un
viaje hasta Caballito por 20
centavos (la quinta parte de
lo que hubiera costado en
taxi), o a Flores por sólo
10.
A las 8:30 hs de aquella
mañana de primavera sale el
primer viaje colectivo de la
historia de la esquina de
Lacarra y Rivadavia.
Placa
conmemorativa ubicada en la
esquina de Lacarra y
Rivadavia
Al parecer el servicio tuvo
una buena recepción entre
los porteños de la época.
Tan así fue que el trayecto
se amplió al poco tiempo
hasta Once, llegando luego a
Plaza de Mayo.
Los vehículos no eran del
todo cómodos, por lo que se
empezó a trabajar
modificando los coches para
permitir el ingreso de una
mayor cantidad de pasajeros.
Por lógica consecuencia los
precios pudieron reducirse e
hicieron que este medio de
transporte se convirtiera en
un medio masivo y popular.
Este invento argentino llegó
luego a Uruguay, Paraguay,
Brasil y, lentamente, a
otras ciudades del mundo.
Los coches fueron pintados
con alegres colores y los
nombres de las empresas, que
de a poco se conformaron,
lucían fileteados en los
costados de los vehículos.
Poco queda de los viejos y
esforzados colectiveros que
no sólo manejaban en medio
de un tránsito endiablado
sino que también cortaban
boletos, memorizaban
tarifas, recibían dinero,
hacían cálculos mentales
para dar el vuelto y abrían
y cerraban la puerta al
arrancar o detenerse.
Muy poco queda también de
aquellos pibes que jugando a
ser colectivero le pedían
una boletera o un monedero
(ese que tenía una
palanquita para hacer salir
las monedas) a Papá Noel o a
los Reyes Magos.
El progreso llegó y se
manifestó en mejores
condiciones de trabajo para
los conductores. Ahora
(luego de la imposición de
la expendedora de boletos en
realidad) "sólo" deben
conducir sus flamantes y
modernas unidades en medio
de una ciudad superpoblada
de autos, gente y
ansiedades...
Fuente: Investigación
de Martín A. Cagliani
estudiante de Antropología
Arqueológica e Historia en
la Facultad de Filosofía y
Letras de la Universidad de
Buenos Aires.