¿Quién habla del Malón de la
Paz que en 1946 caminó 2000
kilómetros para recuperar
sus tierras usurpadas?.
¿Quién recuerda que los 174
Kollas de la Puna y de Orán
que durante tres meses
fueron tapas de diarios y
revistas, apareciendo
incluso en medios dedicados
al espectáculo y la
farándula como Antena y
Radiolandia?. ¿Quién tiene
presente que los indígenas
desfilaros junto a
regimientos del ejército?.
¿Alguien sabe que por
primera y única vez en la
historia argentina, dos
maloneros estuvieron en el
balcón de la Casa Rosada
ante una Plaza de Mayo
colmada?. ¿Indígenas en el
balcón de la Rosada?. Nunca
había ocurrido nada igual y
jamás volvió a repetirse.
¿Alguien recuerda que se les
hizo jugar un partido de
fútbol previo al tradicional
River - Boca, encuentro al
que asistieron 40.000
espectadores?. ¿Alguien
conoce realmente como
terminó aquella fiesta
inicial?. Veinte días
después fueron
militarizados, confinados,
secuestrados en su totalidad
y arrojados contra la
frontera con Bolivia.
Terminaron acusados hasta de
no ser indígenas por el
hecho de saber leer y
escribir. ¿Alguien recuerda
a los invisibles?.
La marcha de la que habla el
libro tuvo lugar en el año
1946, poco antes de la
asunción de Juan D. Perón, y
fue propiciada (se podría
decir diseñada) por el
teniente retirado Mario
Augusto Bertonasco, hijo
avergonzado de un militar
que había participado de la
conquista del desierto.
El plan de Bertonasco,
admirador de Perón y hombre
de su confianza, era el de
hacer visible el drama de
los aborígenes del norte
argentino mediante una
marcha que atravesaría no
sólo los territorios
provinciales sino también la
atención de la ciudadanía.
La marcha de los 174 kollas
(cuyas edades oscilaban
entre los 7 y los 86 años)
concitó una atención
creciente. Los ciudadanos de
los pueblos y ciudades que
atravesaban les daban con
emoción su apoyo...
Finalmente la marcha llegó a
Buenos Aires. Atravesó la
ciudad desde Liniers y fue
recibida por el mismísimo
presidente quien los convidó
a compartir el balcón de la
Rosada frente a una plaza
llena que los saludaba.
Parecía que el objetivo
estaba logrado... Nada hacía
prever que en pocos días más
serían devueltos por fuerza
hasta sus pagos de origen.
Nada presagiaba que aquel
tren con rumbo norte los
llevaría desde el centro de
la escena al olvido de la
historia.
Carlos Davis