Soca, quien negó cualquier
tipo de participación en
esos hechos, fue careado con
ex detenidos, participantes
del primer vuelo de la
muerte (julio 1976), quienes
señalaron que Soca luego de
trasladarlos volvió de
regreso a Argentina.
En su
anterior declaración, el
militar que revistaba en el
Servicio de Información y
Defensa (SID), en la época
de la dictadura, sostuvo que
su tarea se limitaba a
entregar cartas y nunca
había cumplido funciones en
Argentina.
Como
testigos, convocados para
identificar a Soca se dieron
cita una docena de
militantes del Partido por
la Victoria del Pueblo (PVP),
que reconocieron al militar.
Raquel
Nogueira, una de las
personas que declararon,
recordó que cierta noche,
estando en Orletti, Soca la
golpeó. "Me agarraron a
patadas porque traté de
decirle a la que estaba al
lado mío que creía que su
cuñada estaba viva".
Ana
Inés Cuadro dijo que Soca es
una "persona muy difícil del
olvidar". "Él era parte de
la guardia, que estaba
permanentemente
custodiándonos. Él estuvo
acá (en Montevideo) y en
Orletti.
Sara
Méndez dijo no haberlo visto
en Orletti, pero que
recuerda su voz en ese
centro de detención. Méndez
señaló que "yo no lo vi en
Orletti, que es justamente
lo que quiere saber el
Juzgado, pero sí sentí su
voz. Era una persona muy
activa en las torturas,
gritaba, trata de amplificar
o imitar los gritos de los
torturados. Era un sádico
que disfrutaba con la
tortura".